El síndrome de la madre (o el padre) ausente
El próximo domingo, 5 de mayo, se celebra el día de la madre.
Sin embargo, hay muchas personas para las que no es agradable celebrar este día.
Y no porque no tengan madre, sino porque no está (o no ha estado) presente en su día a día.
Estas personas sufren el síndrome de la madre (o padre, porque también puede darse en la figura paterna) ausente.
El hecho de que una madre (o padre) no esté presente en la vida diaria de sus hijos puede deberse a múltiples causas. Largas jornadas laborales, traslado laboral, divorcio, pero también puede tratarse de una ausencia emocional. Y esto puede provocar en los hijos un profundo sufrimiento.
¿Qué provoca en los niños?
La ausencia emocional por parte de los progenitores genera en los hijos una sensación de abandono, provocada por la falta de cariño que, a su vez, impacta directamente en su desarrollo físico, mental y afectivo.
Esa necesidad de amor no cubierta provoca también sensación de malestar, de soledad y de vacío. Y para llenar ese hueco, los hijos se enfrentan a una constante búsqueda de aprobación por parte de terceros.
Además, las personas que padecen el síndrome de la madre o el padre ausente son, en general, más inseguros. También tienen baja autoestima y les es difícil gestionar sus emociones. A lo largo de su vida pueden padecer tristeza, desinterés, desmotivación e incluso llegar a la depresión.
Así que, si todo esto está provocado por la ausencia de su padre o su madre, ¿Cómo van a querer celebrar su día? A contrario, puede causar en ellos un profundo dolor.
¿Cómo pueden ser de adultos?
Hay que tener en cuenta también que los niños que han sufrido la ausencia emocional de sus padres, cuando crecen, pueden repetir los patrones de conducta con los que se han educado.
Es decir, es muy posible que establezcan relaciones tóxicas ante esa necesidad de encontrar el afecto que les ha faltado de su padre o de su madre. También puede que tengan miedo al abandono. E incluso con sus propios hijos podrían repetir el patrón de estar ausentes o, por el contrario, pasar a ejercer una sobreprotección.
Learn MorePreguntas que no debemos hacer a los niños
Este es un tema que he tratado varias veces en consulta con madres y padres de hijos pequeños.
¿Por qué tenemos la costumbre de preguntar a los niños o niñas si tienen novia o novio?
¿Nos hemos parado a pensar que puede haber pequeños de 6 o 7 años a quienes no les guste o incluso les duela esta pregunta?
A esas edades nuestros hijos no están pensado en novios o novias, no quieren tenerlo y por eso les hiere. Les interesa tener amigos, amigas, jugar con ellos y divertirse, pero nada más.
Además, puede darse otra situación, niños a quienes no le gusten las niñas, sino los niños, y cuando le preguntan si tiene novia, sienten que hay algo mal en ellos, en su interior, porque no les gustan las chicas, y eso puede llegar a ser muy frustrante.
Igual que a las niñas a las que se les pregunta si tienen novio, puede que no les gusten los chicos y al hacerles esa cuestión pueden estar dañando su interior y llegar a pensar que algo malo están haciendo.
Además, desde mi punto de vista, a los niños pequeños no se les puede sexualizar, y cuando preguntan que qué hacen los novios que no hacen los amigos, y se les explica que darse besos, abrazos o caricias, un niño o niña con 6 o 7 no quiere estar pensando en eso.
Por todo esto considero que no debemos hacer esta pregunta (tan común como absurda) a niños pequeños, porque además de que puede herir sus sentimientos, tienen edad para pensar en otras cosas, para divertirse con niños y niñas y no estar pensando novios o novias.
Learn MoreRestringir los juegos online y el uso de videoconsolas…¿es la solución a la adicción?
Adicción en los juegos online y su uso
Los juegos online y las plataformas de juego cada vez son más atractivos y eficaces en conseguir que los pequeños y no tan pequeños pasen horas pegados a las pantallas. No es raro entonces que cada vez se hable más de adicción a los juegos online.
Hace poco nos encontramos con la noticia de que el gobierno chino ha establecido recientemente una política para limitar el uso de juegos online a menores de 18 años a 3 horas a la semana. Esta noticia que evidentemente no ha gustado ni a las grades empresas de juegos ni a sus consumidores, ha abierto la brecha para plantearnos si debería estar reguladas las horas de juegos en los más pequeños o por lo menos ver si debería estar regularizado de alguna manera el uso de los mismos.
Con una facturación en 2020 en torno a los 190.000 millones de euros y creciendo, debido a la pandemia, el aumento en el número de móviles, la facilidad en la adquisición tanto de juegos como de dispositivos junto con la gratuidad de los juegos en un principio. Ha conseguido que actualmente existan en torno a mil millones de jugadores online en todo el mundo.
Sus principales fuentes de ingreso económicos son la publicidad y el acceso a servicios de juegos Premium.
¿Por qué son tan adictivos los juegos?
Como ya comentamos anteriormente es un conjunto de factores.
- Un uso de fácil acceso.
- Socialización con otros jugadores de cualquier parte del mundo.
- Poder escapar de la realidad de nuestro mundo.
- Crear unas fuertes emociones en los jugadores.
- Facilidad en alcanzar metas y retos.
Estos factores pueden hacer que los juegos sean un riesgo en comparación con otras actividades, lo que aumenta las probabilidades de que alguien con riesgo de adicción pueda caer en ellos.
Truco psicológicos para seguir jugando
En las dos ultimas décadas se ha cambiado la forma de ofrecer incentivos a los jugadores, cuando antiguamente se podían ofrecer como productos en un supermercado actualmente se utiliza la técnica de extraer de forma continua el dinero en forma de ventajas en su juego.
Es decir, en el juego se presenta un recorrido largo y monótono con tareas difíciles para el jugador antes de ofrecerle los atajos que generalmente se pagan, ya sea con monedas adquiridas por la realización de tareas en el juego o por dinero real.
El jugar con muchos de los amigos nos permite ver que se han comprado algún artículo o logrado algún objetivo que nos puede dar envidia o jugar con la sensación de que nos estamos perdiendo algo y por tanto incitarnos a tener lo mismo.
Cultura de ‘pagar para ganar’
Muchas plataformas tienen elementos de juego integrados en sus sistemas, por lo que la adicción a los juegos online también puede tener graves consecuencias económicas. Los ejemplos incluyen monedas en el juego que se pueden intercambiar con dinero real, lo que permite micro transacciones a cambio de “ventajas de juego”, lo que conduce a una cultura de “pagar para ganar”, donde los jugadores pueden avanzar en su progreso y agregar personalización de personajes con dinero.
Cada vez es más común regalar por los cumpleaños tarjetas de dinero para juegos lo que permite a los jugadores comprarse mejoras, herramientas, accesorios que harán más fácil su juego.
No siempre jugar es adictivo
Para la mayoría de los niños y adolescentes jugar a juegos online o de plataformas no deja de ser un entretenimiento divertido, agradable y sobretodo social. Pero en ocasiones pasar de convertirse en algo divertido a jugar demasiado tiempo y que existan unos resultados negativos de desarrollo y pueda convertirse en una adicción es una realidad cada vez más evidente.
Según una serie de estudios realizados sobre la adicción al juego se estimo que en torno al 90% de los jugadores no juegan de manera que les cause consecuencias negativas a largo plazo, sin embargo un 10% significativo si puede volverse en una adicción dañina con sus consecuencias en su salud mental, social y conductuales.
Este 10% mostro niveles mas altos de depresión, agresión, ansiedad y timidez. Partiendo de grupos que eran los mismo en todas las variables al iniciar los estudios.
Consejos para reducir las horas de juego
A continuación os ofrecemos algunos consejos para reducir la dependencia en el mundo de los videojuegos.
Hablar con nuestro hijo para exponerles los videojuegos con la perspectiva adecuada. Explicándoles que se trata de un pasatiempo y entretenimiento que no tiene nada que ver con la vida real.
Fijar un tiempo de juego razonable. Puede ir desde una hora al día y 2 o 3 los fines de semana.
Establecer unos límites de juego y unos momentos oportunos. Es decir, cuando pueden jugar. Después de hacer sus tareas del colegio, domesticas y todas sus obligaciones. Siempre teniendo en cuenta que hay que jugar en horas de ocio.
Ser estrictos en las reglas que hemos establecido. Saltarse los horarios, tiempo deben tener consecuencias. Puede ser que en un principio cueste mas adquirir el habito, pero si nos mantenemos firmes poco a poco estos se irán instaurando.
Controlar el tiempo de juego. Los juegos son realmente atractivos lo que puede hacer que los jugadores en ocasiones pierdan la noción del tiempo jugando. Podemos ir avisándoles del tiempo que les queda de juego para que ellos vayan asumiendo que la partida en breve va a terminar, dándoles la posibilidad de guardar partida, despedirse de sus compañeros de juegos. Evitar una desconexión brusca del juego. Para ello nos aseguraremos anteriormente que nuestro hijo sepa cerrar y guardar una partida.
Jugar con ellos. Seguramente se lleven una sorpresa cuando les propongamos si podemos jugar una partida con ellos. Nuestro comportamiento y conducta puede servir de ejemplo a nuestros hijos a la vez que les haremos sentir importante ofreciéndoles la oportunidad de poder ser ellos quienes nos enseñen como funciona el juego.
Guardar la consola u ordenador. Es conveniente guardar la consola en un sitio donde tengamos el control sobre ella, para asegurarnos de controlar las horas de juego reales.
Ofrezca alternativas a su hijo. Practicar deporte, andar, bicicleta, rutas en familia o si lo prefieren otras alternativas con menos actividad física como leer, aprender a tocar un instrumento o progarmar salidas con los amigos al cine o algún sitio de ocio.
Contar con los amigos. Puede pedir ayuda a otros padres en situaciones similares para propiciar salidas entre amigos de esta manera le ayudará a distraerse de los juegos y aprender a disfrutar de otras actividades divertidas.
En casos extremos consulte con un psicólogo o terapeuta especializado que les dará las claves y el tratamiento adecuado en cada caso. Siempre teniendo en cuenta que lo mejor es una intervención temprana y decisiva.
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