Estrés, causas y tratamiento
La Real Academia de la Lengua Española define el estrés como: “tensión provocada por situaciones agobiantes que originan reacciones psicosomáticas o trastornos psicológicos a veces graves”.
Otros profesionales lo definen como “proceso natural y habitual de adaptación de las personas al medio que les rodea. Consiste en activarse durante un período de tiempo y dedicar más recursos para resolver determinadas situaciones que requieren de un mayor esfuerzo. Una vez conseguido el objetivo, volvemos a ‘desactivarnos’ y recuperamos la situación inicial”.
Tipos de estrés
Existen dos tipos de estrés, uno de ellos, es el que se produce a corto plazo y desaparece rápidamente. A éste se le denomina estrés agudo y se da en situaciones de emergencia que exigen una rápida reacción, como frenar el coche ante el riesgo de accidente.
Por otro lado, está el estrés crónico, que es el que se prolonga en el tiempo y es aquí cuando puede llegar a provocar serios problemas de salud.
No obstante, el estrés no tiene por qué ser siempre negativo. De acuerdo a las sensaciones y emociones que despierta, también puede ser positivo, ayudando a generar emociones como la alegría al conseguir un objetivo.
Para entenderlo mejor, pondré como ejemplo el trabajo o los estudios. Ambos pueden generarnos estrés, la satisfacción que provoca alcanzar un objetivo laboral o aprobar un examen hace que experimentemos una emoción positiva, especialmente cuando sabemos que nuestro esfuerzo tendrá un reconocimiento o una recompensa. Esto hace que aumente nuestra motivación y a tratar de hacer las cosas lo mejor posible.
¿Qué genera el estrés?
Existen múltiples causas (estresores) que generan estrés y se pueden encontrar muchas situaciones estresantes y también muchas clasificaciones de las mismas. Desde el Ministerio de salud hacen la siguiente clasificación:
Atendiendo al rol que desempeña la persona en la situación podemos hablar de:
Estrés académico, cuando es época de exámenes, por ejemplo.
Estrés laboral cuando hay que entregar resultados en un plazo muy ajustado.
Estrés familiar cuando hay conflictos o falta de apoyo.
Estrés económico cuando existe una situación de desempleo o hay problemas para pagar la hipoteca.
Atendiendo a la importancia del impacto de la situación sobre la persona distinguimos:
Estrés traumático para referirnos a situaciones violentas o dramáticas en las que puede estar en juego nuestra vida o la vida de las personas a nuestro alrededor. Algunos ejemplos son los accidentes, los atentados, las guerras, las enfermedades graves especialmente las de los niños etc.
Sucesos vitales estresantes mayores, como las situaciones que cambian notablemente nuestras circunstancias como la muerte natural de un ser querido, un divorcio, un desahucio o la ruina económica.
Sucesos vitales menores, como los problemas cotidianos que ocasionan alteraciones y emociones negativas en nuestra vida diaria. Un ejemplo es un pequeño golpe en el coche que nos deja sin vehículo durante unos días y nos obliga a llevarlo al taller y a tener que dar un parte al seguro.
Estresores crónicos menores como el ruido incontrolable durante la jornada laboral o las temperaturas extremas en el lugar de trabajo.
¿Cómo tratarlo desde el punto de vista de la psicología?
Desde el punto de vista corporal, cognitivo y del comportamiento, el estrés puede abordarse con tratamiento psicológico a través de:
Técnicas cognitivas: consisten en modificar los pensamientos, sustituyendo los negativos y exagerados por otros más positivos y realistas.
Técnicas corporales para la reducción de la actividad fisiológica: aprendiendo a reducir la sobreactivación del organismo mediante el control de las propias reacciones corporales. Para ello, se emplean técnicas como la relajación muscular progresiva, el control de la respiración, la relajación mediante sonidos o la imaginación.
Técnicas conductuales: su fin es modificar los comportamientos de la persona afectada, con el fin de que aprenda a comprender las situaciones de estrés.
Medidas higiénico-dietéticas: como llevar una dieta variada y equilibrada, dedicar tiempo a las relaciones sociales y al descanso y practicar ejercicio.
También ayuda a combatir el estrés el control de la respiración, las técnicas de relajación, la meditación y mindfulness, actividades como el yoga, tai chi o pilates e incluso la musicoterapia.
Learn More