El tecnoestrés, un trastorno que cada vez afecta a más personas
La tecnología en general, y el móvil, en particular, se han convertido en elementos esenciales, tanto en nuestra vida diaria como en el trabajo, que han venido a facilitarnos la vida. Sin embargo, en muchos casos nos hacen “esclavos”, dando lugar a un problema que cada vez afecta a más gente: el ‘tecnoestrés‘.
Es habitual ver a todo tipo de personas, especialmente jóvenes, con smartphone en la mano, caminando por la calle, en una sala de espera, en el bus, en el metro. Incluso estando en grupo, donde lo lógico sería mantener una conversación, podemos ver que cada uno está pendiente de su teléfono, mirando cualquier red social.
Este “apego” excesivo a la tecnología es lo que provoca el denominado ‘tecnoestrés’, que se define como el impacto negativo de las actitudes, pensamientos, comportamientos o fisiología corporal causado directa o indirectamente por la tecnología.
Y aunque lo han equiparado con una pandemia juvenil, afecta a gente de todas las edades. Se manifiesta a través de una necesidad imperiosa de adquirir las últimas novedades tecnológicas que salen al mercado o de estar manejando algún dispositivo tecnológico. Esto produce dispersión en la atención y puede llegar a provocar trastornos de concentración y de memoria.
A su vez, supone todo un reto en el campo de la psicología, ya que es una afección relativamente nueva, que cada vez afecta a más personas.
Afección entre los jóvenes
Como decimos, los principales afectados por esta alteración son los jóvenes, que se están convirtiendo en esclavos de la tecnología, sin la que ya no pueden vivir. Esto, de algún modo, está provocando su aislamiento y la aparición de ciertas alteraciones en el comportamiento de quienes lo sufren.
Una de ellas es la nomofobia, es decir, miedo irracional a estar fuera de contacto con el teléfono móvil o a no poder usarlo. Otra, la adicción al móvil, que es el mantenimiento de la conducta abusiva a pesar de las consecuencias adversas que conlleva.
Este tipo de alteraciones tiene efectos comunes, como ansiedad, nerviosismo, angustia, irritabilidad, pérdida de autoconfianza, falta de motivación en el trabajo o en las actividades habituales. También conlleva problemas en el rendimiento laboral y académico, conflictos en las relaciones interpersonales, dificultades de memoria y de concentración o alteración en la toma de decisiones.
Así, quienes sufren estas adicciones acaban en ocasiones por renunciar a otras actividades, sus relaciones sociales se deterioran y surgen problemas emocionales. Es ahí donde un buen psicólogo debería actuar para poner remedio al problema y que éste no vaya a más.
Digitalización laboral
El ‘tecnoestrés’ también puede tener su origen en el entorno laboral, dada la apuesta de las empresas por la digitalización de sus procesos y el uso de nuevas tecnologías. Esto hace que la mayoría de los trabajadores requieran de dispositivos electrónicos para el desarrollo de su actividad diaria.
Y aunque faciliten el trabajo y ayuden a optimizar el tiempo, su uso excesivo puede tener consecuencias negativas en los trabajadores. En este caso el ‘tecnoestrés’ viene provocado por el desajuste entre las necesidades de los trabajadores y los recursos realmente disponibles.
Es por ello que encontramos distintos tipos de ‘tecnoestrés’:
- La tecnoansiedad: la persona siente altos niveles de tensión y malestar por el uso presente, o futuro, de algún tipo de tecnología. Esta ansiedad lleva a la aparición de pensamientos negativos sobre la propia capacidad y competencia con la tecnología.
- La tecnofatiga: sentimiento de cansancio y agotamiento mental y cognitivo, provocado por el uso excesivo de la tecnología.
- La tecnoadicción: tecnoestrés específico debido a la incontrolable compulsión de utilizar la tecnología en todo momento y en todo lugar, durante largos periodos de tiempo.
Llegados a este punto, lo más normal sería ponerse en manos de un especialista. Éste nos ayudará a superar este tipo de trastornos, a desengancharnos de algo que está condicionando toda nuestra vida.
Pero también podemos intentar dar pequeños pasos por nosotros mismos, como intentar retomar actividades que no requieran el uso de la tecnología.
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