A mis hijos mayores
No nos vamos a engañar, la adolescencia es una etapa muy complicada. Tanto es así que hay muchos padres que temen que llegue ese momento por el duelo de personalidades que se da en los hijos.
Hijos que nos han admirado como padres, para quienes hemos sido su guía, su referente. Pero, de repente, llega la pubertad y su personalidad empieza a definirse, comienzan a decir que no a muchas cosas. Quieren ser personas independientes, con sus propios valores, que pueden coincidir con los nuestros, o no.
Es un momento de lucha de titanes y hasta que padres e hijos nos acoplamos se pasa por momentos muy difíciles y complicados (e incluso diría que entretenidos). Hay días que nos odiamos, días que nos amamos y días en los que piensas ‘esto va a poder conmigo, no puedo soportarlo más’.
Pero, de repente, la situación cambia, hay un clic y en el caso de mis dos hijos mayores se convierten en mis amigos, mis aliados, y yo para ellos. Nos reclamamos, nos ayudamos y nos preocupamos mutuamente los unos por lo otros. Pasamos a ser un tú a tú, y dentro de la jerarquía que existe entre padres e hijos, ya se tiene en cuenta su opinión. Y aunque antes también se tuviera en cuenta, ahora es distinto, su opinión viene desde la madurez que ya tienen.
Cuando tienes a un joven en casa, que te pone ante situaciones que no ves o que no te habías planteado y que te abre los ojos, la relación pasa a ser de adulto a adulto, ya no se basa en imponer.
Porque, aunque creyésemos que trabajamos desde la democracia en nuestra casa, en realidad hay una dictadura. Es decir, se come a la hora que yo digo y se duchan a la hora que yo quiero. Los padres somos los que ponemos las normas, por mucha democracia que creamos que hay.
Sin embargo, llega la adolescencia a decirte que no, que ellos también pueden tomar sus propias decisiones en ciertos aspectos. Y tienen razón, ¿por qué tiene que ser siempre lo que dicen los padres?
Y hasta que consigues adaptarte y aceptarlo, se viven muchas discusiones y enfrentamientos.
Momento de crecimiento
Considero que la adolescencia no es tan mala. Es un momento de crecimiento para los hijos, pero sobre todo para los padres, que pasamos de tener niños que han acatado las normas que hay en casa, a tener adultos que toman sus propias decisiones.
Se trata de un duelo que debemos pasar, tenemos que despedirnos de esos niños obedientes que teníamos. Aceptar que se han convertido en adultos libres, que a veces harán lo que queramos, pero otras veces no, y tenemos que saber gestionar esa frustración.
A mi me ha llegado el maravilloso momento de tener dos hijos adultos que hacen que me dé cuenta de lo que he tenido que crecer con ellos a lo largo de la vida y de lo que he tenido que ir aceptando.
Por todo ello, y visto a posteriori, la adolescencia es una etapa maravillosa a la que no hay que tener miedo. Va a ser un momento de crecimiento para ambas partes, llevado y gestionado siempre adecuadamente.
¡Bendita adolescencia en la que me encanta ver que mis hijos han conseguido ser grandes personas con grandes valores!
Learn More“Hay que educar a los hijos para que sean independientes y empoderados”
“En esta vida debemos criar a los hijos que hemos tenido, no a los que desearíamos haber tenido”.
Esta es una frase que tengo muy presente como madre y como psicóloga.
Considero que hay que educar a los hijos para que sean independientes, empoderados, para que tengan capacidad de decisión.
Y a los padres, no les queda más opción que aceptar esas decisiones que tomarán sus hijos a lo largo de su vida. Les gustarán más o menos, pero podrán tener la conciencia tranquila de que han plantado la semilla en su educación para que, en esa capacidad de decisión, escojan la mejor opción.
Fomentar la autonomía y evitar la sobreprotección
Todo padre tiene el deseo de que a sus hijos no les falte nada, y en eso se puede cometer el error de sobreproteger. Debemos fomentar su autonomía desde pequeños, ayudarles a ser independientes para que crezcan siendo personas seguras de sí mismas. Y ese es un trabajo que hay que hacer desde el núcleo familiar, en casa.
Por eso quiero abordar algunas pautas que pueden servir a los padres a ayudar a que sus hijos sean independientes y ganen seguridad y confianza en sí mismos:
Asigna responsabilidades: trabaja su autonomía y crea rutinas simples y fáciles para ellos, como recoger la mesa, hacer deberes o lavarse los dientes. Así, aprenderán y asumirán que ellos también tienen tareas y que los padres no pueden hacer todo por ellos.
Alimenta su autoconfianza, haciéndoles saber que son especiales e inteligentes, que poseen talento y que, con esfuerzo, pueden lograr todo lo que se propongan. Hay que evitar permitirles todo y aplaudirles por cada cosa que hagan, ya que de ser así podrían acabar siendo personas egocéntricas.
Motívalos a explorar: los niños pequeños tienen muchas ganas de descubrir el mundo y esto no debe de ser cohibido. Debemos dejarlos que exploren y experimenten, vigilando su seguridad en todo momento, eso sí, y estableciendo límites para que no puedan hacerse daño, pero alentándoles a explorar el mundo más allá de la protección que les brindamos. Esto ayudará a los niños a ser más autónomos.
Establece límites: para que lleguen a ser personas autosuficientes es fundamental un mínimo de disciplina. No se puede tolerar cualquier conducta y lo ideal es mantener un equilibrio entre flexibilidad y firmeza. Así crecerán como seres seguros, alegres y responsables.
Conversar y mantener una comunicación fluida con los niños ayuda a fomentar su autonomía. Hay que mostrarles que su opinión es interesante y válida.
Fomenta su toma de decisiones como base del pensamiento crítico. Ayudarle o permitirle que tome pequeñas decisiones le permitirá entender las consecuencias de sus actos y aprender, siempre que no suponga ningún riesgo para su seguridad. Habrá en ocasiones en los que habrá que imponer límites, pero siempre bajo una explicación para que puedan entenderlo.
Debemos hacerles sentir que su opinión es valiosa para nosotros y su entorno en general. Cuando debamos asignarle las distintas responsabilidades, hagámoslo a través de una conversación respetuosa y cálida. Expongamos con claridad los motivos de las decisiones que tomamos y preguntemos su opinión.
Learn MoreSomos Mediadores en Gestión de Conflictos Familiares
En Psicología Mavi apostamos por evolucionar en nuestra formación para no quedarnos estancados en la ayuda que podamos prestar. Por eso, damos un paso más y ya podemos ejercer como Mediadores en Gestión de Conflictos, gracias a los estudios habilitantes necesarios y obligatorios que hemos realizado.
Esto nos permite registrarnos como mediadores tanto a nivel del Ministerio de Justicia, como de las Comunidades Autónomas y poder desempeñar este nuevo trabajo, progresando en nuestra carrera profesional, con el fin de seguir ayudando a quienes nos necesitan.
Y como mediaciones hay muchas, hemos decidido centrarnos en la Mediación en la Gestión de Conflictos Familiares. Eso implica ayudar a resolver problemas relacionados con separaciones o divorcios, el uso de la vivienda, el reparto de bienes y deudas, herencias, custodia o manutención de hijos.
¿Qué es un Mediador y cuál es su trabajo?
Un Mediador es un profesional que facilita el diálogo entre las personas. En nuestro caso, desde Psicología Mavi trabajaremos con familias y/o parejas, que tienen un conflicto.
Nuestra figura será neutra e imparcial y nos encargaremos de ayudar a resolver ese conflicto de la mejor manera posible para las partes implicadas.
Es importante saber que el Mediador no juzga, no busca culpables e inocentes y tampoco puede decidir quién lleva razón o no.
Para ello, explicaremos y ayudaremos a comprender el origen de las diferencias familiares que han surgido y profundizaremos en las causas de lo ocurrido. En este caso, es necesario confrontar sus visiones y vivencias y así poder encontrar soluciones viables, sin tener que llegar a la instancia judicial.
Nuestro objetivo como Mediadores será conseguir acuerdos duraderos, igualitarios y sin problemas para el futuro de las personas, especialmente menores, implicados en el conflicto.
¿Qué funciones de tiene un Mediador?
El Mediador nunca llega a tomar una decisión para resolver el conflicto familiar. Deberán ser las partes implicadas las que, con su ayuda, resuelvan sus problemas.
Sin embargo, el Mediador jugará un papel fundamental gracias a las funciones que desempeña y que son las siguientes:
- Ayuda a las partes implicadas a identificar los temas conflictivos sobre los que se basará la mediación y determina las áreas de acuerdo preexistentes.
- Promueve conductas cooperativas y facilita la búsqueda de acuerdos.
- Establece una serie de normas de interacción para que las partes puedan confrontar sus diferencias desde el respeto mutuo y la empatía.
- Contribuye a eliminar los bloqueos en el proceso y los malentendidos para facilitar la comunicación. Así, en caso de que el diálogo se aleje del objetivo, el Mediador se encarga de encauzar el diálogo, animando a las partes a buscar soluciones.
- Se encarga de que cada una de las partes implicadas muestre su punto de vista sin ataques y sin que se generen nuevos problemas, tratando de mantener una actitud positiva.
- Genera un clima de confianza que anima a las partes enfrentadas a sugerir alternativas que lleven hacia la solución del problema.
- Facilita la toma de decisiones, aportando realismo a la situación y ayudando a los implicados a elegir una solución viable a su conflicto.
Síndrome del Nido Vacío ¿Qué es y cómo superarlo?
En muchas familias, cuando los hijos se van de casa a estudiar o por motivos de trabajo, los padres experimentan un conjunto de emociones y sentimientos que en psicología llamamos el Síndrome del Nido Vacío.
Se trata de una respuesta emocional que tienen los progenitores ante la ausencia de sus hijos en el hogar.
De acuerdo a las características de la personalidad que posea cada persona, este síndrome se puede experimentar de una forma u otra. Lo más común es que los padres experimenten un sentimiento de tristeza, anhelo, pérdida y dolor al ver a sus hijos “volar”, al ver que han crecido y que ya no les necesitan.
En realidad, el Síndrome del Nido Vacío no deja de ser un duelo. Y como todo duelo tiene sus etapas que son: negación, ira, negociación, depresión y, finalmente, aceptación.
Su duración dependerá de ese proceso de duelo. Así, cuando más se aferren al pasado, al recuerdo del hijo que ha crecido y ha hecho su vida, más se tardará en superarlo.
Hay quienes lo sufren unas semanas, a otras les dura algunos meses y habrá quienes estén incluso años con este sentimiento. Una manera de ayudarse a uno mismo es abandonar la comodidad de los recuerdos vividos y centrarse en el presente.
¿Cómo superarlo?
Hay pequeñas cosas que se pueden hacer en el día a día para que así, quienes sufren este síndrome, lo lleven lo mejor posible. A continuación enumero algunas de ellas:
- Prepararse para la llegada de ese momento, tarde o temprano llegará el día en el que los hijos sean independientes.
- Alegrarse por ello, por haber logrado esa independencia.
- Reconocer la pena: es normal echarles de menos cuando se marchan.
- No perder el contacto a través de visitas, llamadas, mensajes. Aunque el hijo se vaya de casa el vínculo afectivo no debería perderse.
- Aprovechar para vivir nuevas experiencias, hacer cosas que antes, con el cuidado de la familia, no podías hacer por falta de tiempo.
- Impulsar la relación de pareja o buscar una nueva.
- Fomentar las amistades que se hayan podido quedar deterioradas por centrarse en el cuidado de los hijos.
Y en caso no ser capaz de llevar a cabo estas recomendaciones y de que ese sentimiento de tristeza se prolongue demasiado en el tiempo, no hay que dudar en pedir ayuda a un profesional para aprender a gestionar ese sentimiento, tratar aquellas cuestiones que te hacen sentirte mal y así poder vivir con mayor tranquilidad y equilibrio emocional.
Learn MoreAtiquifobia o miedo al fracaso
Es algo más común de lo que nos pensamos y la mayoría de las personas lo han sufrido en algún momento de su vida. Hablamos de atiquifobia, que no es más (ni menos) que el miedo a fracasar.
Suele ser habitual querer tener éxito y no fracasar. En este caso, el miedo puede ser positivo ya que nos ayuda a superarnos y a prevenir consecuencias negativas. Sin embargo, cuando este sentimiento se vuelve irracional y extremo, puede impedirnos llevar a cabo nuestros objetivos por el miedo a que no salga como esperamos.
Es entonces cuando se convierte en un problema. Dejamos de hacer cosas que solíamos hacer o evitamos exponernos a situaciones nuevas simplemente por el hecho de fracasar.
Orígenes de esta fobia
El origen de la atiquifobia puede venir a través de diferentes factores.
Hay quienes lo sufren motivado por traumas vividos en el pasado, en el que el fracaso ha estado muy presente.
También lo sufren personas con baja autoestima, que tienen una imagen negativa de sí mismas y que hace que piensen que no pueden o no se ven capaces de hacer determinadas cosas. Esto les lleva a evitar situaciones por miedo a fracasar.
Entre las personas perfeccionistas también suele ser común esta fobia, ya que su autoexigencia les lleva a tener pensamientos catastrofistas.
Del mismo modo, aquellos que tienen o han tenido padres exigentes y autoritarios han aprendido a ganarse su afecto a través de los buenos resultados y no pueden permitirse fallar. La autoexigencia empieza a ser una forma de vida y comienzan a tener miedo de fracasar por no complacer a sus padres. En este caso, los niños se ven obligados a tener éxito y por eso se muestran inseguros.
Quienes prefieren pasar desapercibidos, el éxito se convierte en un miedo horrible. Para estas personas, ser exitosas implica tener que salir de su zona de confort y realizar muchos cambios. Es por eso que evitarán implicarse en cualquier situación que pueda conllevar éxitos y lo acusarán al miedo al fracaso, aunque el miedo real es al propio éxito.
Por último, la sociedad actual tampoco favorece a quienes sufren esta fobia, ya que se fomenta la perfección y la autoexigencia en todo momento, y especialmente a través de las redes sociales. Por eso, hoy en día el miedo al fracaso es más común de lo que nos pensamos y afecta a muchas personas.
Cómo evitar el miedo al fracaso
Aunque pueda parecer complicado, para evitar el miedo al fracaso hemos de interiorizar una serie de aspectos:
- Hay que pensar que el hecho de que las cosas no salgan como esperamos no convierte a nadie en un fracasado y equivocarse una vez no significa que siempre nos vayamos a equivocar.
- Podríamos decir que el fracaso en sí no existe, existen las experiencias que pueden salir bien o de las que puedes extraer una lección. Lo importante es intentarlo y no quedarse con las ganas por miedo.
- El hecho de que haya ido mal en otras ocasiones no significa que vaya a volver a pasar lo mismo.
- No hay que anticiparse a las situaciones, hasta que no hacemos algo no sabremos sus consecuencias.
- Debemos evitar compararnos con los demás, ser conscientes de nuestras capacidades y ponernos metas que podamos cumplir.
Y en caso de que la situación se vaya de las manos, no dudar en pedir ayuda a un psicólogo que nos ayude a superarlo. Durante el proceso psicoterapéutico se puede descubrir el verdadero origen de la fobia para superarla.
¡Y no dejes pasar las oportunidades por miedo a fracasar!
Learn More“Sobrevivir” a las vacaciones en familia
El verano, es tiempo de vacaciones, de pasarlo en familia, de ocio, de viajes, de hacer planes con niños, con pareja, con amigos. Todo un mix que hay quien lo lleva fenomenal, que le ayuda en su bienestar y en su salud mental. Sin embargo, hay otras personas que no llevan tan bien compartir espacios, actividades y tanto tiempo libre seguido. En este caso, en lugar de generar bienestar, las vacaciones pueden provocar todo lo contrario.
A estos segundos, a quienes no llevan tan bien pasar largas temporadas en familia y con hijos a cargo, va dedicado este post. Porque es algo bastante común, que le pasa a más gente de la que podamos pensar y que también tienen sus razones para sentirse así.
A ellos queremos proporcionarles una serie de consejos para que ese tiempo libre y compartido no resulte estresante, no genere ansiedad ni conflictos. No es nada nuevo pero, siempre viene bien recordarlo.
Está comprobado que lo que altera la convivencia y las relaciones familiares no es el hecho de compartir tiempo. Es pasar de la actividad diaria, de la rutina, de los horarios, al tiempo de ocio, de poca actividad, salir de los quehaceres del día a día.
Y aunque pueda parecer extraño, es un cambio al que a muchas personas les cuesta adaptarse. Por ello, es común que pueda generar malestar, surgir roces e incluso desencadenar conflictos en las relaciones familiares y de pareja.
Tipos de conflicto y soluciones
Uno de los primeros conflictos que surgen a la hora de pensar en vacaciones es decidir qué vamos a hacer en nuestro tiempo de ocio. En este caso, no debería haber alguien que tome la decisión. Lo más idóneo será negociar y llegar a un acuerdo consensuado para realizar actividades en las que todas las partes salgan beneficiadas.
Flexibilidad en horarios: el verano y, sobre todo las vacaciones, invita a olvidarnos del reloj, de los horarios, de la rutina, de los quehaceres. Pero bien es cierto que, si hay niños pequeños, aunque los límites sean más flexibles, hay que ponerlos. Esto no debe ser negociable y ambas partes deben estar de acuerdo, ya que consentir más de la cuenta puede ser, a la larga, contraproducente.
Búsqueda de momentos de autonomía y tiempo para uno mismo: en vacaciones muchos buscan desconectar y tener su espacio para centrarse en sus actividades e intereses, mientras que hay quienes buscan pasar tiempo en familia y en pareja. En este caso no se deberían forzar situaciones.
Lo positivo de las vacaciones
Recordemos que las vacaciones deberían contribuir a disminuir nuestro nivel de estrés, gracias a que cambiamos de rutinas, nos alejamos de nuestro entorno y tomamos distancia mental de lo que nos preocupa.
Esto ayuda al organismo a reparar los daños provocados por el aumento de cortisol y la ansiedad.
Mejora la calidad del sueño: no tener horarios hace que nuestro cuerpo descanse y duerma mejor y por lo tanto estemos más descansados.
Aumenta nuestra productividad, creatividad y concentración. Cuando estamos de vacaciones nuestro cerebro pone en marcha otras áreas que dan respuesta a otro tipo de estímulos que cuando estamos trabajando y esto hace que genere nuevas ideas, y de cara a la vuelta aumente nuestra concentración.
Mejora el estado de ánimo: dedicar tiempo a hacer cosas que nos gustan y que no podemos hacer el resto del año hace que nos sintamos más felices y de mejor humor.
Learn MoreLa autoestima: qué es y cómo son las personas que carecen de ella
Valoración generalmente positiva de sí mismo. Así es como define la Real Academia Española (RAE) la palabra AUTOESTIMA.
Hoy quiero hablar de ello porque su carencia, desembocada en otra serie de problemas, es una de las causas por las que más pacientes acuden a terapia.
Ahondando un poco más en este concepto diré que autoestima también es el conjunto de percepciones, pensamientos, evaluaciones, sentimientos y tendencias de comportamientos dirigidos hacia uno mismo, hacia nuestra manera de ser, y hacia los rasgos de nuestro cuerpo y nuestro carácter. En resumen: es la evaluación perceptiva de nosotros mismos.
La revista de Pedagogía de la Universidad de Salamanca señala que la autoestima es uno de los conceptos psicológicos más complejos y uno de los más difíciles de precisar, a pesar de ser un factor que siempre ha estado presente en cualquier intento de explicación del comportamiento humano normal y patológico.
Ésta se construye sobre dos pilares: nuestra historia personal y los mensajes que nos han dado sobre nosotros mismos a lo largo de nuestra vida.
Además, está demostrado que no es un concepto fijo y estable, sino que se manifiesta de forma cambiante en función de nuestro momento vital, y es normal que se vaya modificando a lo largo de la vida, en base a nuestras experiencias.
Personas con una autoestima alta
Las personas con una buena autoestima o con una autoestima alta se caracterizan, entre otras cosas, por:
- Estar seguras de sí mismas.
- Obrar bajo su propio criterio, no sienten la necesidad de tener que agradar a los demás con sus decisiones.
- No tienen miedo a las relaciones personales, disfrutan cuando pueden relacionarse con otras personas.
- Confían en su capacidad para resolver sus propios problemas.
- Expresan su opinión sin problema y no se dejan manipular.
- Reconocen sus fortalezas y también sus debilidades.
Personas con una autoestima baja
Como hemos dicho anteriormente, la autoestima que tenemos puede variar a lo largo de nuestra vida, con episodios que hayamos vivido y que nos impulsen a tener una autoestima alta o por el contrario que haga que éste esté baja.
Así diremos que las personas que tienen una autoestima baja suelen tener las siguientes características:
- Son inseguras a la hora de tomar decisiones y tienen miedo al fracaso.
- No se valoran, se ven pequeñitos e inferiores a otras personas.
- Suelen ser tímidas y muy críticas consigo mismas.
- Les cuesta expresar sus sentimientos y dar su opinión por el miedo al qué dirán.
Esto son solo algunos ejemplos de lo que padecen las personas con baja autoestima, que puede desembocar en un problema más grave como muchos de los que vemos a diario en consulta. Y lo cierto es que hemos comprobado que la carencia de autoestima es un rasgo que siempre mejora al hacer un tratamiento psicológico.
Learn More“Abandonada”
Sé que debemos mantener una distancia emocional con los pacientes, nosotros debemos acompañarles en ese problema pero ese problema no pertenece a nuestra vida.
Aun así, para mí, es lo más duro de mi trabajo, porque el vínculo que creo con ellos es especial.
Contaré lo que le ha pasado a mi paciente, llamémosla Pepita (nombre ficticio), por supuesto con su autorización, a pesar de que no daré ningún dato sobre ella.
Seré breve, pero concisa: le han dado el alta en psiquiatría. A priori, no es mala noticia, ¿no? Pues todo depende del contexto que lo rodeé.
En su caso, y entre otras cosas, está pasando por uno de sus peores momentos vitales con la familia viviendo lejos, su red social deteriorada, con intentos suicidas previos o despedida hace poco de malas formas…
Le pregunté que cuál era el motivo que daban desde psiquiatría para darle el alta, y, según ella, le dijeron “que si empeoraba, ella misma podía aumentar X su medicación, eso sí, que la asistencia psicológica conmigo no la dejase”.
Le pregunté que cómo se sentía y usó una palabra que me impactó: “abandonada”.
No soy psiquiatra, y creo en el poder de la terapia sin medicación en muchas ocasiones, pero, a veces, es necesaria y no se puede abandonar a un paciente en uno de sus peores momentos vitales.
Si la ven cada 2 o 3 meses durante unos minutos, ¿no habría sido mejor mantenerla un par de visitas más para ver cómo evoluciona su vida?
Al fin y al cabo, tampoco ocupa tanto tiempo en esa larga lista de psiquiatría, ¿no?
Learn MoreTrastornos psicológicos más comunes en la adolescencia
La adolescencia es una época llena de cambios, de adaptación, de asumir nuevas responsabilidades, nuevos retos. Y todo ello puede generar mucha incertidumbre, malestar e incluso derivar en alteraciones mentales o trastornos psicológicos.
Si tenemos hijos o familiares cercanos que están pasando por esta etapa es importante prestar atención a su conducta, a cómo se encuentran, cómo se sienten, cómo se comportan. Así, ante el menor atisbo de problema y para evitar que vaya a más, pedir ayuda a un profesional.
Y es que resulta fundamental que las necesidades de los adolescentes estén atendidas a su debido tiempo para que se les preste la atención psicológica y psiquiátrica correspondientes. Muchas veces, los padres y madres no saben cómo prevenir, cómo detectar y cómo tratar trastornos relacionados con la salud mental en los adolescentes.
Asegurarse de que tengan un buen estado de salud mental es fundamental para cualquier madre o padre. Por ello, vamos hablar de los problemas psicológicos más comunes en esta etapa de la vida.
Principales trastornos
Ansiedad generalizada. La persona que lo sufre siente malestar o angustia ante situaciones en las que realmente no hay ningún peligro. Aun así, quien lo padece lo percibe como tal. Entre los síntomas fisiológicos que genera figuran temblores, taquicardia o insomnio. Los síntomas cognitivos generan pensamientos catastróficos, creencia de que hay peligros…
En muchos casos, este tipo de trastorno puede estar vinculado con el hecho de ir al colegio o instituto, realizar exámenes, hacer presentaciones en público, e incluso sufrir acoso escolar.
Fobia social. El hecho de relacionarse con gente nueva, abrirse a un nuevo círculo de amigos e incluso interactuar con otras personas puede suponer un problema en muchos adolescentes. En la mayoría de los casos, quien sufre este trastorno suelen tener baja autoestima y pueden haber sufrido algún tipo de trauma que lleva a crear barreras con el resto de la sociedad.
Trastorno de la conducta. Se caracteriza porque quienes lo sufren suelen tener una conducta agresiva y tienden a saltarse las normas.
Trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH). Este trastorno suele diagnosticarse durante la infancia, pero hay ocasiones en las que los síntomas permanecen hasta la adolescencia. Aquéllos que lo sufren tienen dificultades para llevar un rendimiento adecuado en el colegio. También puede conducir a aumentar las probabilidades de desarrollar adicciones. Este trastorno también está asociado a la impulsividad y la agitación psicofisiológica.
Trastornos de la conducta alimentaria. Aunque puede surgir en cualquier momento, este tipo de trastornos está asociado especialmente a la etapa de la adolescencia. Es en ese momento cuando los adolescentes sienten la necesidad de ser aceptados por los demás y cuando la preocupación por la imagen física se intensifica. Si ésta no encaja en los “cánones establecidos” puede desembocar en problemas de anorexia, bulimia, vigorexia…
Todo esto, y contado a grandes rasgos, nos puede dar una idea de los posibles trastornos a los que se pueden enfrentar los adolescentes para detectarlos a tiempo y poder pedir ayuda a un profesional de la psicología lo antes posible.
Learn More6 razones para acudir a terapia
Ir a terapia es mucho más que sentarse en un sillón y contar tus problemas a un profesional.
Ir a terapia es mucho más que hablar con un desconocido y desahogarse.
Dejarte ayudar por un psicólogo te aportará beneficios que quizás no sabías.
A continuación, me gustaría darte algunos motivos por los que ir a terapia puede ser la mejor de las opciones, a pesar de que dar el paso y solicitar la ayuda de un profesional, no siempre resulta tarea fácil. Es más, en la mayoría de los casos, cuando se acude al psicólogo suele ser cuando el paciente se encuentra realmente mal y ya no ve solución a sus problemas si no es con ayuda.
Y es que de la misma manera que acudimos al dentista cuando nos duele una muela o vamos al médico cuando estamos acatarrados, deberíamos acudir al psicólogo cuando tenemos un sufrimiento, un malestar que nos impide llevar una vida normal, que nos limita.
Ahora sí, paso a indicar una serie de razones que nos dan la señal de aviso de que necesitamos ponernos en las manos de un psicólogo. Esto ocurre cuando:
.- Nos enfrentamos a un cambio vital en nuestra vida, ya sea de ciudad, de trabajo, un divorcio, una maternidad o paternidad… En estos casos, acudir a terapia nos ayudará a afrontar ese cambio. También a saber cómo manejar nuestra vida a partir de ese momento, con estrategias que nos ayuden a su vez a controlar los elementos estresantes.
.- Hemos sufrido una pérdida, para que el duelo que se deriva de ella no se convierta en algo patológico. Y es que los problemas emocionales si no se tratan a tiempo pueden prolongarse y hacerse más profundos.
.- Necesitamos superar miedos o temores que nos impiden hacer y tener una vida normal, que limitan nuestras acciones y decisiones.
.- Hemos perdido la motivación por algo que antes nos hacía sentir bien, como por ejemplo, salir o estar con gente. Esto es un problema muy común, que se ha agravado especialmente a raíz de la pandemia.
.- Necesitamos aprender a gestionar nuestra conducta, nuestras emociones o nuestros pensamientos para que éstos dejen de generarnos malestar o sentimientos dañinos y negativos.
.- Necesitamos contar nuestros problemas, desahogarnos o sentirnos escuchados sin juicios de valor de por medio. Un psicólogo te escuchará pero no te juzgará, te observará pero no te examinará. También tratará de conocer tu mundo, lo que te rodea y porqué te pasa lo que te pasa, pero nunca opinará sobre tus acciones.
Estas son solo algunas razones por las que deberíamos asistir a un psicólogo, pero puede haber muchas más.
En definitiva, eres tu mismo el que debe valorar cual es su situación y tomar la mejor decisión.
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