Síndrome del Nido Vacío ¿Qué es y cómo superarlo?
En muchas familias, cuando los hijos se van de casa a estudiar o por motivos de trabajo, los padres experimentan un conjunto de emociones y sentimientos que en psicología llamamos el Síndrome del Nido Vacío.
Se trata de una respuesta emocional que tienen los progenitores ante la ausencia de sus hijos en el hogar.
De acuerdo a las características de la personalidad que posea cada persona, este síndrome se puede experimentar de una forma u otra. Lo más común es que los padres experimenten un sentimiento de tristeza, anhelo, pérdida y dolor al ver a sus hijos “volar”, al ver que han crecido y que ya no les necesitan.
En realidad, el Síndrome del Nido Vacío no deja de ser un duelo. Y como todo duelo tiene sus etapas que son: negación, ira, negociación, depresión y, finalmente, aceptación.
Su duración dependerá de ese proceso de duelo. Así, cuando más se aferren al pasado, al recuerdo del hijo que ha crecido y ha hecho su vida, más se tardará en superarlo.
Hay quienes lo sufren unas semanas, a otras les dura algunos meses y habrá quienes estén incluso años con este sentimiento. Una manera de ayudarse a uno mismo es abandonar la comodidad de los recuerdos vividos y centrarse en el presente.
¿Cómo superarlo?
Hay pequeñas cosas que se pueden hacer en el día a día para que así, quienes sufren este síndrome, lo lleven lo mejor posible. A continuación enumero algunas de ellas:
- Prepararse para la llegada de ese momento, tarde o temprano llegará el día en el que los hijos sean independientes.
- Alegrarse por ello, por haber logrado esa independencia.
- Reconocer la pena: es normal echarles de menos cuando se marchan.
- No perder el contacto a través de visitas, llamadas, mensajes. Aunque el hijo se vaya de casa el vínculo afectivo no debería perderse.
- Aprovechar para vivir nuevas experiencias, hacer cosas que antes, con el cuidado de la familia, no podías hacer por falta de tiempo.
- Impulsar la relación de pareja o buscar una nueva.
- Fomentar las amistades que se hayan podido quedar deterioradas por centrarse en el cuidado de los hijos.
Y en caso no ser capaz de llevar a cabo estas recomendaciones y de que ese sentimiento de tristeza se prolongue demasiado en el tiempo, no hay que dudar en pedir ayuda a un profesional para aprender a gestionar ese sentimiento, tratar aquellas cuestiones que te hacen sentirte mal y así poder vivir con mayor tranquilidad y equilibrio emocional.
Learn MoreAtiquifobia o miedo al fracaso
Es algo más común de lo que nos pensamos y la mayoría de las personas lo han sufrido en algún momento de su vida. Hablamos de atiquifobia, que no es más (ni menos) que el miedo a fracasar.
Suele ser habitual querer tener éxito y no fracasar. En este caso, el miedo puede ser positivo ya que nos ayuda a superarnos y a prevenir consecuencias negativas. Sin embargo, cuando este sentimiento se vuelve irracional y extremo, puede impedirnos llevar a cabo nuestros objetivos por el miedo a que no salga como esperamos.
Es entonces cuando se convierte en un problema. Dejamos de hacer cosas que solíamos hacer o evitamos exponernos a situaciones nuevas simplemente por el hecho de fracasar.
Orígenes de esta fobia
El origen de la atiquifobia puede venir a través de diferentes factores.
Hay quienes lo sufren motivado por traumas vividos en el pasado, en el que el fracaso ha estado muy presente.
También lo sufren personas con baja autoestima, que tienen una imagen negativa de sí mismas y que hace que piensen que no pueden o no se ven capaces de hacer determinadas cosas. Esto les lleva a evitar situaciones por miedo a fracasar.
Entre las personas perfeccionistas también suele ser común esta fobia, ya que su autoexigencia les lleva a tener pensamientos catastrofistas.
Del mismo modo, aquellos que tienen o han tenido padres exigentes y autoritarios han aprendido a ganarse su afecto a través de los buenos resultados y no pueden permitirse fallar. La autoexigencia empieza a ser una forma de vida y comienzan a tener miedo de fracasar por no complacer a sus padres. En este caso, los niños se ven obligados a tener éxito y por eso se muestran inseguros.
Quienes prefieren pasar desapercibidos, el éxito se convierte en un miedo horrible. Para estas personas, ser exitosas implica tener que salir de su zona de confort y realizar muchos cambios. Es por eso que evitarán implicarse en cualquier situación que pueda conllevar éxitos y lo acusarán al miedo al fracaso, aunque el miedo real es al propio éxito.
Por último, la sociedad actual tampoco favorece a quienes sufren esta fobia, ya que se fomenta la perfección y la autoexigencia en todo momento, y especialmente a través de las redes sociales. Por eso, hoy en día el miedo al fracaso es más común de lo que nos pensamos y afecta a muchas personas.
Cómo evitar el miedo al fracaso
Aunque pueda parecer complicado, para evitar el miedo al fracaso hemos de interiorizar una serie de aspectos:
- Hay que pensar que el hecho de que las cosas no salgan como esperamos no convierte a nadie en un fracasado y equivocarse una vez no significa que siempre nos vayamos a equivocar.
- Podríamos decir que el fracaso en sí no existe, existen las experiencias que pueden salir bien o de las que puedes extraer una lección. Lo importante es intentarlo y no quedarse con las ganas por miedo.
- El hecho de que haya ido mal en otras ocasiones no significa que vaya a volver a pasar lo mismo.
- No hay que anticiparse a las situaciones, hasta que no hacemos algo no sabremos sus consecuencias.
- Debemos evitar compararnos con los demás, ser conscientes de nuestras capacidades y ponernos metas que podamos cumplir.
Y en caso de que la situación se vaya de las manos, no dudar en pedir ayuda a un psicólogo que nos ayude a superarlo. Durante el proceso psicoterapéutico se puede descubrir el verdadero origen de la fobia para superarla.
¡Y no dejes pasar las oportunidades por miedo a fracasar!
Learn More“Abandonada”
Sé que debemos mantener una distancia emocional con los pacientes, nosotros debemos acompañarles en ese problema pero ese problema no pertenece a nuestra vida.
Aun así, para mí, es lo más duro de mi trabajo, porque el vínculo que creo con ellos es especial.
Contaré lo que le ha pasado a mi paciente, llamémosla Pepita (nombre ficticio), por supuesto con su autorización, a pesar de que no daré ningún dato sobre ella.
Seré breve, pero concisa: le han dado el alta en psiquiatría. A priori, no es mala noticia, ¿no? Pues todo depende del contexto que lo rodeé.
En su caso, y entre otras cosas, está pasando por uno de sus peores momentos vitales con la familia viviendo lejos, su red social deteriorada, con intentos suicidas previos o despedida hace poco de malas formas…
Le pregunté que cuál era el motivo que daban desde psiquiatría para darle el alta, y, según ella, le dijeron “que si empeoraba, ella misma podía aumentar X su medicación, eso sí, que la asistencia psicológica conmigo no la dejase”.
Le pregunté que cómo se sentía y usó una palabra que me impactó: “abandonada”.
No soy psiquiatra, y creo en el poder de la terapia sin medicación en muchas ocasiones, pero, a veces, es necesaria y no se puede abandonar a un paciente en uno de sus peores momentos vitales.
Si la ven cada 2 o 3 meses durante unos minutos, ¿no habría sido mejor mantenerla un par de visitas más para ver cómo evoluciona su vida?
Al fin y al cabo, tampoco ocupa tanto tiempo en esa larga lista de psiquiatría, ¿no?
Learn MoreTrastornos psicológicos más comunes en la adolescencia
La adolescencia es una época llena de cambios, de adaptación, de asumir nuevas responsabilidades, nuevos retos. Y todo ello puede generar mucha incertidumbre, malestar e incluso derivar en alteraciones mentales o trastornos psicológicos.
Si tenemos hijos o familiares cercanos que están pasando por esta etapa es importante prestar atención a su conducta, a cómo se encuentran, cómo se sienten, cómo se comportan. Así, ante el menor atisbo de problema y para evitar que vaya a más, pedir ayuda a un profesional.
Y es que resulta fundamental que las necesidades de los adolescentes estén atendidas a su debido tiempo para que se les preste la atención psicológica y psiquiátrica correspondientes. Muchas veces, los padres y madres no saben cómo prevenir, cómo detectar y cómo tratar trastornos relacionados con la salud mental en los adolescentes.
Asegurarse de que tengan un buen estado de salud mental es fundamental para cualquier madre o padre. Por ello, vamos hablar de los problemas psicológicos más comunes en esta etapa de la vida.
Principales trastornos
Ansiedad generalizada. La persona que lo sufre siente malestar o angustia ante situaciones en las que realmente no hay ningún peligro. Aun así, quien lo padece lo percibe como tal. Entre los síntomas fisiológicos que genera figuran temblores, taquicardia o insomnio. Los síntomas cognitivos generan pensamientos catastróficos, creencia de que hay peligros…
En muchos casos, este tipo de trastorno puede estar vinculado con el hecho de ir al colegio o instituto, realizar exámenes, hacer presentaciones en público, e incluso sufrir acoso escolar.
Fobia social. El hecho de relacionarse con gente nueva, abrirse a un nuevo círculo de amigos e incluso interactuar con otras personas puede suponer un problema en muchos adolescentes. En la mayoría de los casos, quien sufre este trastorno suelen tener baja autoestima y pueden haber sufrido algún tipo de trauma que lleva a crear barreras con el resto de la sociedad.
Trastorno de la conducta. Se caracteriza porque quienes lo sufren suelen tener una conducta agresiva y tienden a saltarse las normas.
Trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH). Este trastorno suele diagnosticarse durante la infancia, pero hay ocasiones en las que los síntomas permanecen hasta la adolescencia. Aquéllos que lo sufren tienen dificultades para llevar un rendimiento adecuado en el colegio. También puede conducir a aumentar las probabilidades de desarrollar adicciones. Este trastorno también está asociado a la impulsividad y la agitación psicofisiológica.
Trastornos de la conducta alimentaria. Aunque puede surgir en cualquier momento, este tipo de trastornos está asociado especialmente a la etapa de la adolescencia. Es en ese momento cuando los adolescentes sienten la necesidad de ser aceptados por los demás y cuando la preocupación por la imagen física se intensifica. Si ésta no encaja en los “cánones establecidos” puede desembocar en problemas de anorexia, bulimia, vigorexia…
Todo esto, y contado a grandes rasgos, nos puede dar una idea de los posibles trastornos a los que se pueden enfrentar los adolescentes para detectarlos a tiempo y poder pedir ayuda a un profesional de la psicología lo antes posible.
Learn More6 razones para acudir a terapia
Ir a terapia es mucho más que sentarse en un sillón y contar tus problemas a un profesional.
Ir a terapia es mucho más que hablar con un desconocido y desahogarse.
Dejarte ayudar por un psicólogo te aportará beneficios que quizás no sabías.
A continuación, me gustaría darte algunos motivos por los que ir a terapia puede ser la mejor de las opciones, a pesar de que dar el paso y solicitar la ayuda de un profesional, no siempre resulta tarea fácil. Es más, en la mayoría de los casos, cuando se acude al psicólogo suele ser cuando el paciente se encuentra realmente mal y ya no ve solución a sus problemas si no es con ayuda.
Y es que de la misma manera que acudimos al dentista cuando nos duele una muela o vamos al médico cuando estamos acatarrados, deberíamos acudir al psicólogo cuando tenemos un sufrimiento, un malestar que nos impide llevar una vida normal, que nos limita.
Ahora sí, paso a indicar una serie de razones que nos dan la señal de aviso de que necesitamos ponernos en las manos de un psicólogo. Esto ocurre cuando:
.- Nos enfrentamos a un cambio vital en nuestra vida, ya sea de ciudad, de trabajo, un divorcio, una maternidad o paternidad… En estos casos, acudir a terapia nos ayudará a afrontar ese cambio. También a saber cómo manejar nuestra vida a partir de ese momento, con estrategias que nos ayuden a su vez a controlar los elementos estresantes.
.- Hemos sufrido una pérdida, para que el duelo que se deriva de ella no se convierta en algo patológico. Y es que los problemas emocionales si no se tratan a tiempo pueden prolongarse y hacerse más profundos.
.- Necesitamos superar miedos o temores que nos impiden hacer y tener una vida normal, que limitan nuestras acciones y decisiones.
.- Hemos perdido la motivación por algo que antes nos hacía sentir bien, como por ejemplo, salir o estar con gente. Esto es un problema muy común, que se ha agravado especialmente a raíz de la pandemia.
.- Necesitamos aprender a gestionar nuestra conducta, nuestras emociones o nuestros pensamientos para que éstos dejen de generarnos malestar o sentimientos dañinos y negativos.
.- Necesitamos contar nuestros problemas, desahogarnos o sentirnos escuchados sin juicios de valor de por medio. Un psicólogo te escuchará pero no te juzgará, te observará pero no te examinará. También tratará de conocer tu mundo, lo que te rodea y porqué te pasa lo que te pasa, pero nunca opinará sobre tus acciones.
Estas son solo algunas razones por las que deberíamos asistir a un psicólogo, pero puede haber muchas más.
En definitiva, eres tu mismo el que debe valorar cual es su situación y tomar la mejor decisión.
Learn More¿Sabemos qué es el suicidio?
¿Y si decimos que muchas de las personas que llevan a cabo un acto relacionado con el suicidio, realmente no quieren morir, sino, solamente, liberarse del sufrimiento por el que están pasando? ¿Y si dijéramos que en el tiempo que dura una llamada para pedir una pizza se suicidan varias personas en el mundo? Difícil de creer, ¿verdad?
¿Estamos seguros de que comprendemos qué es el suicidio exactamente? Porque debemos tener en cuenta que el lenguaje utilizado coloquialmente es muy ambiguo y lleva a equívocos… Incluso, la falta de acuerdo en la clasificación de los conceptos que rodea el suicidio es uno de los motivos que provoca la falta de investigación y su prevención. Además, de sobra es sabido que es un tema tabú en la sociedad a nivel mundial, entre otras cosas por el miedo al “efecto llamada” (de hecho, hay países donde no hay ningún registro de suicidios).
Con tantas incongruencias rodeando este tema, nos hacemos la siguiente pregunta: ¿“Ojos que no ven, corazón que no siente”? Porque, según nuestro refranero, las personas no sufren por lo que no saben…
Por tanto, ¿nuestro objetivo? Explicar la fina línea que separa un concepto del otro, porque no es lo mismo hablar de conducta suicida, intento suicida, ideación suicida, o todos los vocablos existentes que enumeraremos a continuación.
El suicidio, o lo que es lo mismo, suicidio consumado o suicidio ejecutado, es la acción que realiza una persona con pleno conocimiento y de manera intencionada para provocarse la muerte (recordemos que es un acto que se le considera evitable). Representa un tema tabú en la sociedad, no solo en España, sino a nivel mundial, a pesar de ser la primera causa de muerte no natural en nuestro país; de hecho, llega a duplicar a los fallecidos por accidente de tráfico o supone 69 veces más muertes que la violencia de género.
El suicidio es un tema complicado que debería ser abordado de forma multidisciplinar porque nos enfrentamos, no a un trastorno o enfermedad mental, sino a un fenómeno complejo que puede sufrir cualquier persona y en cualquier momento. Sí, han leído bien, en cualquier momento, el problema es que se presupone que el proceso tiene una evolución desde la ideación suicida hasta la ejecución, lo estudiamos como un proceso continuo que va avanzando desde los primeros pensamientos; pero no todos los suicidios pasan por todas las etapas, y nos encontramos con algunos en los que la ideación previa no existe, como es el caso de los suicidios impulsivos, donde el comportamiento suicida se desarrolla rápidamente y con poca premeditación.
Si esto es así, y existen estudios que demuestran que el camino recorrido de estas dos conductas es distinto y que se podrían prevenir por un adecuado seguimiento de los intentos fallidos, podríamos adelantar que debería haber dos tipos de campañas de prevención distintas: una para el suicidio como proceso continuo y otra para el suicidio impulsivo.
Normalmente, en los suicidios nos encontramos con alteraciones incapacitantes o enfermedades mentales graves que llevan a la persona a cometerlo. Pero, a veces, simplemente una persona hace balance de cómo es su vida en aspectos varios como lo económico, social, familiar, etc., y llega a la conclusión de que su vida carece de valor, no quiere luchar más, siente un hastío generalizado y no quiere vivir, es lo que conocemos como suicidio por balance.
La conducta suicida, también conocida como comportamiento suicida o suicidalidad, es cualquier acción que rodea el suicidio. Engloba diferentes comportamientos que incluyen las etapas de las que se presupone que está formado el suicidio: pensamientos, ideaciones, amenazas, gestos e intentos; aunque, como ya hemos explicado antes, no en todos los suicidios tiene por qué haber todas las etapas.
Los pensamientos suicidas e ideaciones suicidas es una de las etapas del suicidio caracterizada por los deseos autodestructivos de un individuo. Pensamiento e ideación se consideran lo mismo, con la diferencia de que los primeros son cogniciones fugaces y breves; y las segundas son cogniciones más elaboradas de que la vida no vale la pena vivirla, incluyendo imágenes destructivas y de forma duradera para acabar con su vida dado su sufrimiento.
Hay dos vertientes: la ideación pasiva (es un deseo de morir, de no luchar para seguir con vida, pero sin un plan para de acción) y la ideación activa (es un deseo de morir y, además, tener un plan de acción). Sin duda, debemos incluir dentro de este marco las amenazas suicidas, consideradas como un tipo de ideación, pero que solo lo expresa ante su entorno cercano y sin un claro plan al respecto. O el parasuicidio que es una conducta que, a priori, parece buscar la muerte, pero realmente es una llamada de atención o una manipulación a su entorno cercano.
Los intentos suicidas, suicidio frustrado o intentos fallidos de suicidio son las conductas que no han conseguido causar la muerte por un error en la técnica a la hora de ejecutarla, o porque han sido sorprendidos por otra persona (intento de suicidio interrumpido), o porque después de tener toda la acción preparada e iniciada la conducta, se detiene antes de sufrir ningún daño (intento de suicidio abortado), pero todas estas conductas sí tenían una clara intención mortal.
Todos los indicios de suicidio hay que tenerlos en cuenta. Todos. No se debe restar importancia a un acto suicida, o llegar a pensar que la persona quiere llamar la atención; si ha habido un intento es porque necesitan expresar que no están bien, que debemos hacernos conscientes del problema y que necesitan nuestra ayuda. Como dato curioso (o aterrador, según se mire) es que, por cada persona que consigue efectuar el suicido, existen otras 20 personas que lo han intentado, pero no lo han conseguido.
No podemos terminar este artículo sin explicar que la conducta autolítica no está dentro del marco suicida porque la persona no tiene ninguna intención de morir, sino que se ha autoinfligido una herida corporal leve o moderada más dirigida hacia una liberación de emociones desagradables, es más un intento de controlar el dolor emocional a través del dolor físico.
En este punto recojo un extracto del artículo “Las Múltiples caras del suicidio en la clínica psicológica” de Enrique Echaburúa, de la Facultad de Psicología de la Universidad del País Vasco, que destaca que “los equivalentes suicidas se refieren a conductas habituales en las que una persona se expone voluntariamente de forma regular a situaciones de riesgo o peligro extremo que escapan a su control, como la conducción temeraria de vehículos o la implicación al límite en deportes de riesgo, o se involucra en conductas que deterioran gravemente su salud, recurriendo, por ejemplo, al consumo abusivo de alcohol o drogas”.
Learn MoreLa depresión, enfermedad mental que afecta a 3 millones de españoles
Cada 13 de enero se celebra el Día Mundial de Lucha contra la Depresión y he querido aprovechar que hoy 13 de enero para hablar de este trastorno que afecta a tres millones de españoles. Esto la convierte en la enfermedad mental más relevante en nuestro país.
A nivel mundial afecta a más de 300 millones de personas y está considerada como la primera causa mundial de discapacidad.
Y a pesar de la importancia de esta enfermedad, en España solo hay seis psicólogos clínicos por cada 100.000 habitantes, cifra que es tres veces inferior a la de la Unión Europea. Es por ello que las listas de espera para acceder a atención pública especializada oscilan entre uno y tres meses para la primera consulta. Y no todo el mundo se puede permitir sesiones privadas, aun así, a las consultas privadas llegan tal cantidad de pacientes que no siempre podemos atender.
¿Qué es y cómo afecta tener depresión?
La depresión es una enfermedad o trastorno emocional que afecta a todos los niveles de la vida de la persona que lo sufre. Ésta se ve inmersa en una tristeza continua, se muestra apática para realizar actividades cotidianas y diarias. También sufre cansancio continuo, trata de aislarse, tiene trastornos del sueño y del apetito, falta de concentración y puede llegar a sufrir ansiedad e incluso pensamientos extremos relacionados con la muerte.
La depresión se presenta en distintos grados, y requiere atención médica especializada para su oportuno diagnóstico y tratamiento. Además, si no se trata a tiempo y de forma adecuada puede llegar a convertirse en una enfermedad crónica y grave.
Los psicólogos venimos observando que es una de las enfermedades que más ha aumentado en los últimos años. Tanto que España se ha convertido en el cuarto país europeo con más casos de depresión diagnosticados.
¿Qué causa la depresión?
Existen múltiples causas por las que una persona puede caer en un episodio de depresión. Algunas de ellas:
- La muerte de un ser querido
- Problemas de salud
- Problemas familiares
- Dificultades financieras
- Haber sufrido eventos traumáticos
- Estar sometido a un elevado nivel de estrés
- Pasar por un cambio importante en la vida
Tipos de depresión
Existen diferentes tipos de depresión y todos ellos precisan atención especializada por parte de un profesional. Algunos de los más comunes son:
Trastorno depresivo grave: es considerado como el más severo, ya que se prolonga en el tiempo. Afecta al apetito, al sueño y a la concentración.
Trastorno depresivo persistente o distimia: es un tipo de depresión moderada que genera pérdida de interés en las actividades cotidianas, baja autoestima, inapetencia, falta de energía y de concentración.
Depresión postparto: se diagnostica en las primeras semanas tras el nacimiento del bebé y tiene como síntomas el insomnio, irritabilidad, desapego con el bebé o pérdida de apetito.
¿Por qué se celebra un día como hoy?
Con la proclamación del Día Mundial de Lucha contra la Depresión se pretende sensibilizar, orientar y prevenir a la población a nivel mundial sobre esta enfermedad, cuyas cifras aumentan de manera gradual y desproporcionada en el mundo, más si cabe a raíz de la pandemia del Covid.
Learn MoreAtaque de pánico: origen, síntomas y terapia
¿Te ha ocurrido alguna vez que, sin existir un peligro real, sientes un miedo intenso, el corazón se te acelera, comienzas a sudar, te sientes paralizado, te cuesta respirar, e incluso piensas que te está dando un ataque al corazón?
Si ha sido así, has estado ante un ataque de pánico. Y si te ocurre de manera frecuente tienes lo que en psicología denominamos ‘trastorno de pánico’. Este tipo de ataques no ponen en riesgo la vida de las personas que los sufren, pero sí es cierto que pueden hacer que su calidad de vida se vea mermada. Por ello lo mejor es pedir ayuda a un profesional de la psicología.
¿Qué síntomas tiene el trastorno de pánico?
Las personas que sufren este trastorno sienten un miedo atroz, tienen la sensación de que algo malo va a pasar, a ellos o a un ser querido, y su preocupación es muy intensa; sienten que no tienen el control y que nada pueden hacer.
Esto les provoca una serie de síntomas físicos, entre los que pueden estar:
- Taquicardias
- Temblores
- Sudores
- Escalofríos
- Dificultad para respirar
- Dolor de pecho y / o de cabeza
- Nauseas,
- Debilidad
- Mareo
¿Cuánto dura?
Cualquiera puede sufrir un ataque de pánico en cualquier momento y lugar, como puede ser en el trabajo, conduciendo, paseando o incluso durmiendo. Su frecuencia puede ir desde varias veces al día o contadas en un año. Su punto máximo puede durar entre 10 y 20 minutos, aunque lo síntomas pueden perdurar, de forma más leve, hasta una hora. Pasado ese tiempo la persona que lo sufre puede llegar a sentirse exhausta, como si le hubiera pasado un camión por encima.
¿Cuáles son sus causas?
Hay investigadores que apuntan que el trastorno de pánico puede ser hereditario, pero lo cierto es que no saben con seguridad porqué unos miembros de la familia lo sufren y otros no.
Así que, entre sus causas podría estar el alto nivel de estrés, o vivencias como la muerte o una enfermedad grave de un ser querido; un suceso traumático, como un accidente o una agresión; cambios importantes en la vida de las personas…
¿Cómo tratarlo?
Lo primero que habría que hacer sería consultar a un médico y que acreditara que esos síntomas que producen el ataque de pánico son producto del mismo y no de cualquier otra enfermedad.
Una vez confirmado, lo segundo acudir a psicoterapia con un profesional de la salud mental.
Los psicólogos tratamos este tipo de trastornos con la terapia cognitivo-conductual, que ayuda a modificar los pensamientos, sentimientos y comportamientos negativos.
Learn MoreEstrés, causas y tratamiento
La Real Academia de la Lengua Española define el estrés como: “tensión provocada por situaciones agobiantes que originan reacciones psicosomáticas o trastornos psicológicos a veces graves”.
Otros profesionales lo definen como “proceso natural y habitual de adaptación de las personas al medio que les rodea. Consiste en activarse durante un período de tiempo y dedicar más recursos para resolver determinadas situaciones que requieren de un mayor esfuerzo. Una vez conseguido el objetivo, volvemos a ‘desactivarnos’ y recuperamos la situación inicial”.
Tipos de estrés
Existen dos tipos de estrés, uno de ellos, es el que se produce a corto plazo y desaparece rápidamente. A éste se le denomina estrés agudo y se da en situaciones de emergencia que exigen una rápida reacción, como frenar el coche ante el riesgo de accidente.
Por otro lado, está el estrés crónico, que es el que se prolonga en el tiempo y es aquí cuando puede llegar a provocar serios problemas de salud.
No obstante, el estrés no tiene por qué ser siempre negativo. De acuerdo a las sensaciones y emociones que despierta, también puede ser positivo, ayudando a generar emociones como la alegría al conseguir un objetivo.
Para entenderlo mejor, pondré como ejemplo el trabajo o los estudios. Ambos pueden generarnos estrés, la satisfacción que provoca alcanzar un objetivo laboral o aprobar un examen hace que experimentemos una emoción positiva, especialmente cuando sabemos que nuestro esfuerzo tendrá un reconocimiento o una recompensa. Esto hace que aumente nuestra motivación y a tratar de hacer las cosas lo mejor posible.
¿Qué genera el estrés?
Existen múltiples causas (estresores) que generan estrés y se pueden encontrar muchas situaciones estresantes y también muchas clasificaciones de las mismas. Desde el Ministerio de salud hacen la siguiente clasificación:
Atendiendo al rol que desempeña la persona en la situación podemos hablar de:
Estrés académico, cuando es época de exámenes, por ejemplo.
Estrés laboral cuando hay que entregar resultados en un plazo muy ajustado.
Estrés familiar cuando hay conflictos o falta de apoyo.
Estrés económico cuando existe una situación de desempleo o hay problemas para pagar la hipoteca.
Atendiendo a la importancia del impacto de la situación sobre la persona distinguimos:
Estrés traumático para referirnos a situaciones violentas o dramáticas en las que puede estar en juego nuestra vida o la vida de las personas a nuestro alrededor. Algunos ejemplos son los accidentes, los atentados, las guerras, las enfermedades graves especialmente las de los niños etc.
Sucesos vitales estresantes mayores, como las situaciones que cambian notablemente nuestras circunstancias como la muerte natural de un ser querido, un divorcio, un desahucio o la ruina económica.
Sucesos vitales menores, como los problemas cotidianos que ocasionan alteraciones y emociones negativas en nuestra vida diaria. Un ejemplo es un pequeño golpe en el coche que nos deja sin vehículo durante unos días y nos obliga a llevarlo al taller y a tener que dar un parte al seguro.
Estresores crónicos menores como el ruido incontrolable durante la jornada laboral o las temperaturas extremas en el lugar de trabajo.
¿Cómo tratarlo desde el punto de vista de la psicología?
Desde el punto de vista corporal, cognitivo y del comportamiento, el estrés puede abordarse con tratamiento psicológico a través de:
Técnicas cognitivas: consisten en modificar los pensamientos, sustituyendo los negativos y exagerados por otros más positivos y realistas.
Técnicas corporales para la reducción de la actividad fisiológica: aprendiendo a reducir la sobreactivación del organismo mediante el control de las propias reacciones corporales. Para ello, se emplean técnicas como la relajación muscular progresiva, el control de la respiración, la relajación mediante sonidos o la imaginación.
Técnicas conductuales: su fin es modificar los comportamientos de la persona afectada, con el fin de que aprenda a comprender las situaciones de estrés.
Medidas higiénico-dietéticas: como llevar una dieta variada y equilibrada, dedicar tiempo a las relaciones sociales y al descanso y practicar ejercicio.
También ayuda a combatir el estrés el control de la respiración, las técnicas de relajación, la meditación y mindfulness, actividades como el yoga, tai chi o pilates e incluso la musicoterapia.
Learn MoreLa importancia del apoyo psicológico en los enfermos de cáncer
Hoy, 19 de octubre, se celebra el Día Internacional de la Lucha contra el Cáncer de Mama.
Su objetivo es sensibilizar y concienciar a las mujeres de todo el mundo, sobre la importancia de realizarse un examen de mamas regularmente. De este modo, se puede detectar cualquier signo o anomalía.
Y aprovechando esta fecha quiero recalcar la importancia que tiene el apoyo psicológico para las personas a las que se les ha detectado esta enfermedad, en cualquiera de sus variantes, y también para sus familiares y seres queridos.
En Psicología Mavi ofrecemos ayuda a estas personas a través de la Psicoterapia Oncológica.
La labor principal del psicooncólogo es atender a los pacientes que padecen cáncer y a sus seres queridos cercanos durante todas las etapas de la enfermedad.
Durante este tiempo, se mejorará su calidad de vida psicológica, haciendo que el efecto emocional del diagnóstico sea el mínimo. Para ello se tendrán en cuenta los estresores concretos que afectan a esa familia y a ese paciente.
En nuestra sociedad, la palabra cáncer se suele procesar como sinónimo de muerte por distintas razones. Y no lo vamos a negar, es un proceso complicado y duradero. Pero ofreceremos las herramientas y técnicas necesarias para afrontarlo de la mejor manera posible.
Sabemos que se vivirán situaciones muy estresantes y dolorosas tanto en los propios pacientes como en los distintos miembros de la familia. Por esta razón se debe tener en cuenta los aspectos psicológicos con un profesional. Y de este modo, poder hacer frente a la enfermedad en las mejores condiciones posibles.
El tipo de intervención en estas situaciones dependerá mucho de cada paciente y la etapa de la enfermedad en la que se encuentre, aunque, como norma general, los objetivos principales serían intentar normalizar la vida con la enfermedad exteriorizando las emociones y miedos con claridad.
Podrán ser individuales o familiares, a la vez que pueden tener un fin preventivo o terapéutico. Haremos hincapié a los familiares en la importancia de estar psicológicamente bien para poder ofrecer la ayuda adecuada al paciente.
Ojalá no fuera necesaria este tipo de ayuda, pero desgraciadamente lo es, y desde Psicología Mavi queremos aportar nuestro apoyo y ayuda a todo aquel que lo necesita.
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