¿Nada te hace feliz? Sabemos lo que te pasa y tiene solución
¿Sientes que nada te hace feliz o que no disfrutas con nada?
Si es así quizás te interese saber que eso tiene nombre: anhedonia.
La RAE lo define como: Incapacidad para sentir placer.
Yo añadiría también que es la dificultad que tiene una persona para sentirse bien con las cosas que le gustan o le emocionan.
No está considerado en sí mismo como un trastorno, sino que es un síntoma que se presenta en algunos trastornos emocionales y psiquiátricos, como puede ser: la depresión, la demencia, la anorexia, la esquizofrenia o las adicciones.
También puede deberse a un efecto secundario de algunos medicamentos.
Las personas con anhedonia pierden el interés por las actividades que solían hacerles felices, se aíslan socialmente.
Causas
Desde el punto de vista fisiológico, una de las principales causas de la aparición de la anhedonia se debe a una alteración cerebral que impide la producción y liberación de dopamina.
La dopamina es una sustancia química que se encuentra en el cerebro y que tiene como acción principal generar sensaciones de placer.
En situaciones depresivas o de un gran estrés o ansiedad, el cerebro se bloquea y es incapaz de generar esta sustancia.
Así, no podríamos decir que existe una sola causa, sino que existen multitud de factores que lo puedan desembocar. Aunque bien es cierto que la depresión, la esquizofrenia y las drogas son las principales causantes de la anhedonia, sobre todo cuando esta es generalizada y afecta a todas las actividades de nuestra vida.
Síntomas
Para identificar esta afección es necesario conocer sus síntomas. Algunos de ellos son:
- Desmotivación o pérdida de interés por las actividades del día a día, así como por cosas que antes sí interesaban o emocionaban a la persona.
- Cansancio y falta de energía.
- Baja autoestima por no ser capaz de actuar como antes lo hacía.
- Dificultad para pensar, concentrarse y decidir.
- Aislamiento social.
- Cambios en la conducta alimentaria.
- Pérdida de la libido o la falta de interés en la intimidad física.
- Alteraciones del sueño.
Tratamiento
Para aquellos que crean que pueden sufrir anhedonia lo más recomendable es ponerse en manos de un profesional de la psicología que realice una evaluación psicodiagnóstica y así poder conocer las causas de su origen.
Ese origen puede deberse a un tipo de trastorno de base o a causas exógenas, como puede ser un problema laboral, familiar, sentimental, etc., y en función del mismo, el profesional tratamiento abordará el tratamiento más adecuado.
Learn More¿Qué son las ganancias secundarias en psicología?
¿Has oído hablar de ganancias secundarias en psicología?
Es uno de los motivos por el que muchos procesos terapéuticos no avanzan o incluso provocan que los pacientes abandonen la terapia.
Las ganancias secundarias son actitudes de las personas que resultan dañinas, desagradables o perjudiciales para ellas mismas. Sin embargo, se aferran a ellas porque les generan un “beneficio”.
Dicho beneficio puede ser de protección, atención, apoyo, comodidad… y debido a lo que eso genera, la persona que lo “sufre” no quiere dejar atrás el problema y evita así mejorar.
Los psicólogos lo vemos en consulta de forma habitual y en ocasiones, cuando lo hablamos con nuestros pacientes, resulta un tema delicado. Y es que, cuando preguntamos qué cosas positivas les aporta el trastorno que les ha traído a terapia, la respuesta habitual es que no hay nada positivo en ello.
De hecho, no son conscientes, en la mayoría de los casos, de que se están aferrando a un problema por lo “positivo” que sacan de él.
Sin embargo, ahondando en el tema, vemos que detrás de muchos de esos problemas psicológicos, están esas ganancias secundarias. Éstas generan una resistencia al cambio y hacen que el problema no se solucione y se prolongue en el tiempo.
Ventajas de las ganancias secundarias
Algunas de las ventajas que extraen los pacientes de las ganancias secundarias pueden ser:
Atención, protección o cuidados de personas importantes para el paciente, al que le puede ocasionar miedo que, una vez superado su problema psicológico, dejen de prestarle la atención que necesita.
Evitar responsabilidades. Ocurre cuando el problema que tiene un paciente le permite eludir una responsabilidad.
Alimentar el rol victimista. Se da en personas que no son capaces de expresar directamente sus necesidades o de pedir algo que desean. A través de sus problemas psicológicos obtienen atención, compasión o la ayuda que necesitan y no se atreven a requerir.
Evitar la culpabilidad o las críticas por pedir favores a los demás, respaldándose en el malestar que están experimentando.
Dejar de tener la necesidad de atender a los demás. Ocurre en personas que desempeñan el papel de “cuidador”, que siempre están pendiente de los demás. En este caso, al tener un problema psicológico se dan el permiso de mirar por ellos mismos.
Autocastigarse: se da en pacientes que han alimentado la culpabilidad y tienen el sentimiento de no merecer que les pase cosas buenas como estar bien, ser feliz, tener salud…
Castigar a otra persona: ocurre en relaciones complicadas donde una persona puede llegar a sentir que “el hecho de que ahora tengas que cuidarme es algo que me debes”.
Con todos estos ejemplos podemos ver que las ganancias secundarias complican la solución de los problemas psicológicos. Por ello, se hace necesario, en la mayoría de los casos, la ayuda de un profesional que ayude al enfermo a detectar lo que inconscientemente le impide evolucionar y solucionar dichos problemas.
Si crees que podrías encontrarte en una situación así o sabes de alguien que pueda estar atravesando por ello, no dudes en solicitarnos ayuda. Estaremos encantados de poder ayudarte.
Learn MoreEl verano pone a prueba nuestra salud mental
Estamos deseando que llegue, pensamos en él durante todo el año, pero, ¿sabes que el verano, y concretamente el calor, pone a prueba nuestra salud mental?
Las olas de calor con temperaturas elevadas, sobre todo si se mantienen durante períodos prolongados, influyen negativamente en el bienestar psicofísico de la mayoría de la población.
Cuando soportamos varios días consecutivos con calor excesivo no conseguimos descansar adecuadamente dado que se altera la cantidad y la calidad del sueño. Y el no tener un buen descanso puede hacer que estemos más irritables. También que tengamos dificultades para tener un rendimiento cognitivo óptimo debido a la sensación de aturdimiento y falta de claridad mental. Esto hace que se altere nuestra conducta, aumentando la inquietud y, en casos extremos, la tendencia a la agresividad en diversos grados.
En concreto, en personas con trastornos psicoemocionales esta sensibilidad al exceso de temperatura suele ser más acusada.
De hecho, cada vez hay una mayor preocupación de los investigadores por los efectos del cambio climático sobre el equilibrio psíquico de las personas.
Existen estudios que confirman que el aumento de las temperaturas está relacionado con el aumento de consultas. Esto es debido a alteraciones de la salud mental, e incluso ponderan el aumento en grados de la temperatura con el incremento, por ejemplo, del número de suicidios.
Recomendaciones
No podemos luchar contra la meteorología para hacer que bajen las temperaturas. Pero lo que sí podemos hacer es tener en cuenta algunas recomendaciones. Entre ellas, mantenerse hidratado a base de agua y evitar bebidas azucaradas o alcohólicas porque no contribuyen a una buena hidratación.
También ayuda evitar la exposición solar durante las horas centrales del día que es cuando el calor más aprieta, y tratar de vestir con ropa fresca y transpirable.
Aun así, ante cualquier síntoma de cansancio extremo, fatiga, u otras sensaciones fuera de las comunes, es recomendable consultar con algún especialista.
Learn MoreAdicciones y salud mental
Ansiedad, depresión e incluso esquizofrenia. Éstos son algunos de los trastornos que sufren las personas adictas a sustancias como el alcohol, las drogas, o a comportamientos como el juego.
La adicción es una enfermedad crónica y compleja que afecta al funcionamiento de nuestro cerebro y al comportamiento de una persona. Se caracteriza por la búsqueda compulsiva y el consumo de una sustancia o la realización de una actividad, a pesar de las consecuencias negativas que pueda acarrear.
Además, la persona que sufre o padece este tipo de adicciones no es el único perjudicado. Sus conductas suelen afectar también, y mucho, a su entorno familiar y social. Y son éstos, su entorno, quienes en muchas ocasiones tienen que animar a la persona que lo padece a acudir a consulta con un psicólogo para su tratamiento.
¿Cómo afectan psicológicamente las adicciones?
Las adicciones a sustancias como el alcohol y las drogas alteran la química cerebral y afectan negativamente el equilibrio emocional. En este caso, puede desencadenar en depresión o en ansiedad. Y para su recuperación, además de abstinencia, es necesario aprender a gestionar las emociones con la ayuda de un profesional.
Otra de las adicciones que está aumentando es la adicción a la tecnología, a videojuegos, al móvil. En este caso, quien lo sufre puede padecer ansiedad social, nerviosismo o dificultad para concentrarse.
El proceso de desintoxicación puede ser un desafío. Sin embargo, es un paso necesario en el camino hacia la recuperación. En este proceso no se trata solo de desintoxicar el cuerpo, sino también la mente.
El apoyo en la salud mental durante la desintoxicación es fundamental para garantizar la recuperación. Este apoyo puede incluir terapia cognitivo-conductual, recibir apoyo psicológico e incluso la participación activa en grupos de apoyo también ayuda en la recuperación.
La terapia individual ayuda a la persona a identificar y abordar los factores emocionales y psicológicos que contribuyeron a la adicción, así como a desarrollar habilidades de afrontamiento saludables.
Por su parte, la terapia grupal proporciona un espacio de apoyo y comprensión mutua, donde los individuos pueden compartir sus experiencias y aprender unos de otros.
La prevención, fundamental
Antes de finalizar este artículo diré que si hay algo fundamental en la gestión de las adiciones es la PREVENCIÓN.
Educar desde edades tempranas sobre los riesgos y las consecuencias que tienen los comportamientos adictivos es clave para reducir la incidencia de estos problemas en la sociedad.
Learn MorePreguntas que no debemos hacer a los niños
Este es un tema que he tratado varias veces en consulta con madres y padres de hijos pequeños.
¿Por qué tenemos la costumbre de preguntar a los niños o niñas si tienen novia o novio?
¿Nos hemos parado a pensar que puede haber pequeños de 6 o 7 años a quienes no les guste o incluso les duela esta pregunta?
A esas edades nuestros hijos no están pensado en novios o novias, no quieren tenerlo y por eso les hiere. Les interesa tener amigos, amigas, jugar con ellos y divertirse, pero nada más.
Además, puede darse otra situación, niños a quienes no le gusten las niñas, sino los niños, y cuando le preguntan si tiene novia, sienten que hay algo mal en ellos, en su interior, porque no les gustan las chicas, y eso puede llegar a ser muy frustrante.
Igual que a las niñas a las que se les pregunta si tienen novio, puede que no les gusten los chicos y al hacerles esa cuestión pueden estar dañando su interior y llegar a pensar que algo malo están haciendo.
Además, desde mi punto de vista, a los niños pequeños no se les puede sexualizar, y cuando preguntan que qué hacen los novios que no hacen los amigos, y se les explica que darse besos, abrazos o caricias, un niño o niña con 6 o 7 no quiere estar pensando en eso.
Por todo esto considero que no debemos hacer esta pregunta (tan común como absurda) a niños pequeños, porque además de que puede herir sus sentimientos, tienen edad para pensar en otras cosas, para divertirse con niños y niñas y no estar pensando novios o novias.
Learn MoreAtiquifobia o miedo al fracaso
Es algo más común de lo que nos pensamos y la mayoría de las personas lo han sufrido en algún momento de su vida. Hablamos de atiquifobia, que no es más (ni menos) que el miedo a fracasar.
Suele ser habitual querer tener éxito y no fracasar. En este caso, el miedo puede ser positivo ya que nos ayuda a superarnos y a prevenir consecuencias negativas. Sin embargo, cuando este sentimiento se vuelve irracional y extremo, puede impedirnos llevar a cabo nuestros objetivos por el miedo a que no salga como esperamos.
Es entonces cuando se convierte en un problema. Dejamos de hacer cosas que solíamos hacer o evitamos exponernos a situaciones nuevas simplemente por el hecho de fracasar.
Orígenes de esta fobia
El origen de la atiquifobia puede venir a través de diferentes factores.
Hay quienes lo sufren motivado por traumas vividos en el pasado, en el que el fracaso ha estado muy presente.
También lo sufren personas con baja autoestima, que tienen una imagen negativa de sí mismas y que hace que piensen que no pueden o no se ven capaces de hacer determinadas cosas. Esto les lleva a evitar situaciones por miedo a fracasar.
Entre las personas perfeccionistas también suele ser común esta fobia, ya que su autoexigencia les lleva a tener pensamientos catastrofistas.
Del mismo modo, aquellos que tienen o han tenido padres exigentes y autoritarios han aprendido a ganarse su afecto a través de los buenos resultados y no pueden permitirse fallar. La autoexigencia empieza a ser una forma de vida y comienzan a tener miedo de fracasar por no complacer a sus padres. En este caso, los niños se ven obligados a tener éxito y por eso se muestran inseguros.
Quienes prefieren pasar desapercibidos, el éxito se convierte en un miedo horrible. Para estas personas, ser exitosas implica tener que salir de su zona de confort y realizar muchos cambios. Es por eso que evitarán implicarse en cualquier situación que pueda conllevar éxitos y lo acusarán al miedo al fracaso, aunque el miedo real es al propio éxito.
Por último, la sociedad actual tampoco favorece a quienes sufren esta fobia, ya que se fomenta la perfección y la autoexigencia en todo momento, y especialmente a través de las redes sociales. Por eso, hoy en día el miedo al fracaso es más común de lo que nos pensamos y afecta a muchas personas.
Cómo evitar el miedo al fracaso
Aunque pueda parecer complicado, para evitar el miedo al fracaso hemos de interiorizar una serie de aspectos:
- Hay que pensar que el hecho de que las cosas no salgan como esperamos no convierte a nadie en un fracasado y equivocarse una vez no significa que siempre nos vayamos a equivocar.
- Podríamos decir que el fracaso en sí no existe, existen las experiencias que pueden salir bien o de las que puedes extraer una lección. Lo importante es intentarlo y no quedarse con las ganas por miedo.
- El hecho de que haya ido mal en otras ocasiones no significa que vaya a volver a pasar lo mismo.
- No hay que anticiparse a las situaciones, hasta que no hacemos algo no sabremos sus consecuencias.
- Debemos evitar compararnos con los demás, ser conscientes de nuestras capacidades y ponernos metas que podamos cumplir.
Y en caso de que la situación se vaya de las manos, no dudar en pedir ayuda a un psicólogo que nos ayude a superarlo. Durante el proceso psicoterapéutico se puede descubrir el verdadero origen de la fobia para superarla.
¡Y no dejes pasar las oportunidades por miedo a fracasar!
Learn MoreTrastornos psicológicos más comunes en la adolescencia
La adolescencia es una época llena de cambios, de adaptación, de asumir nuevas responsabilidades, nuevos retos. Y todo ello puede generar mucha incertidumbre, malestar e incluso derivar en alteraciones mentales o trastornos psicológicos.
Si tenemos hijos o familiares cercanos que están pasando por esta etapa es importante prestar atención a su conducta, a cómo se encuentran, cómo se sienten, cómo se comportan. Así, ante el menor atisbo de problema y para evitar que vaya a más, pedir ayuda a un profesional.
Y es que resulta fundamental que las necesidades de los adolescentes estén atendidas a su debido tiempo para que se les preste la atención psicológica y psiquiátrica correspondientes. Muchas veces, los padres y madres no saben cómo prevenir, cómo detectar y cómo tratar trastornos relacionados con la salud mental en los adolescentes.
Asegurarse de que tengan un buen estado de salud mental es fundamental para cualquier madre o padre. Por ello, vamos hablar de los problemas psicológicos más comunes en esta etapa de la vida.
Principales trastornos
Ansiedad generalizada. La persona que lo sufre siente malestar o angustia ante situaciones en las que realmente no hay ningún peligro. Aun así, quien lo padece lo percibe como tal. Entre los síntomas fisiológicos que genera figuran temblores, taquicardia o insomnio. Los síntomas cognitivos generan pensamientos catastróficos, creencia de que hay peligros…
En muchos casos, este tipo de trastorno puede estar vinculado con el hecho de ir al colegio o instituto, realizar exámenes, hacer presentaciones en público, e incluso sufrir acoso escolar.
Fobia social. El hecho de relacionarse con gente nueva, abrirse a un nuevo círculo de amigos e incluso interactuar con otras personas puede suponer un problema en muchos adolescentes. En la mayoría de los casos, quien sufre este trastorno suelen tener baja autoestima y pueden haber sufrido algún tipo de trauma que lleva a crear barreras con el resto de la sociedad.
Trastorno de la conducta. Se caracteriza porque quienes lo sufren suelen tener una conducta agresiva y tienden a saltarse las normas.
Trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH). Este trastorno suele diagnosticarse durante la infancia, pero hay ocasiones en las que los síntomas permanecen hasta la adolescencia. Aquéllos que lo sufren tienen dificultades para llevar un rendimiento adecuado en el colegio. También puede conducir a aumentar las probabilidades de desarrollar adicciones. Este trastorno también está asociado a la impulsividad y la agitación psicofisiológica.
Trastornos de la conducta alimentaria. Aunque puede surgir en cualquier momento, este tipo de trastornos está asociado especialmente a la etapa de la adolescencia. Es en ese momento cuando los adolescentes sienten la necesidad de ser aceptados por los demás y cuando la preocupación por la imagen física se intensifica. Si ésta no encaja en los “cánones establecidos” puede desembocar en problemas de anorexia, bulimia, vigorexia…
Todo esto, y contado a grandes rasgos, nos puede dar una idea de los posibles trastornos a los que se pueden enfrentar los adolescentes para detectarlos a tiempo y poder pedir ayuda a un profesional de la psicología lo antes posible.
Learn More¿Sabemos qué es el suicidio?
¿Y si decimos que muchas de las personas que llevan a cabo un acto relacionado con el suicidio, realmente no quieren morir, sino, solamente, liberarse del sufrimiento por el que están pasando? ¿Y si dijéramos que en el tiempo que dura una llamada para pedir una pizza se suicidan varias personas en el mundo? Difícil de creer, ¿verdad?
¿Estamos seguros de que comprendemos qué es el suicidio exactamente? Porque debemos tener en cuenta que el lenguaje utilizado coloquialmente es muy ambiguo y lleva a equívocos… Incluso, la falta de acuerdo en la clasificación de los conceptos que rodea el suicidio es uno de los motivos que provoca la falta de investigación y su prevención. Además, de sobra es sabido que es un tema tabú en la sociedad a nivel mundial, entre otras cosas por el miedo al “efecto llamada” (de hecho, hay países donde no hay ningún registro de suicidios).
Con tantas incongruencias rodeando este tema, nos hacemos la siguiente pregunta: ¿“Ojos que no ven, corazón que no siente”? Porque, según nuestro refranero, las personas no sufren por lo que no saben…
Por tanto, ¿nuestro objetivo? Explicar la fina línea que separa un concepto del otro, porque no es lo mismo hablar de conducta suicida, intento suicida, ideación suicida, o todos los vocablos existentes que enumeraremos a continuación.
El suicidio, o lo que es lo mismo, suicidio consumado o suicidio ejecutado, es la acción que realiza una persona con pleno conocimiento y de manera intencionada para provocarse la muerte (recordemos que es un acto que se le considera evitable). Representa un tema tabú en la sociedad, no solo en España, sino a nivel mundial, a pesar de ser la primera causa de muerte no natural en nuestro país; de hecho, llega a duplicar a los fallecidos por accidente de tráfico o supone 69 veces más muertes que la violencia de género.
El suicidio es un tema complicado que debería ser abordado de forma multidisciplinar porque nos enfrentamos, no a un trastorno o enfermedad mental, sino a un fenómeno complejo que puede sufrir cualquier persona y en cualquier momento. Sí, han leído bien, en cualquier momento, el problema es que se presupone que el proceso tiene una evolución desde la ideación suicida hasta la ejecución, lo estudiamos como un proceso continuo que va avanzando desde los primeros pensamientos; pero no todos los suicidios pasan por todas las etapas, y nos encontramos con algunos en los que la ideación previa no existe, como es el caso de los suicidios impulsivos, donde el comportamiento suicida se desarrolla rápidamente y con poca premeditación.
Si esto es así, y existen estudios que demuestran que el camino recorrido de estas dos conductas es distinto y que se podrían prevenir por un adecuado seguimiento de los intentos fallidos, podríamos adelantar que debería haber dos tipos de campañas de prevención distintas: una para el suicidio como proceso continuo y otra para el suicidio impulsivo.
Normalmente, en los suicidios nos encontramos con alteraciones incapacitantes o enfermedades mentales graves que llevan a la persona a cometerlo. Pero, a veces, simplemente una persona hace balance de cómo es su vida en aspectos varios como lo económico, social, familiar, etc., y llega a la conclusión de que su vida carece de valor, no quiere luchar más, siente un hastío generalizado y no quiere vivir, es lo que conocemos como suicidio por balance.
La conducta suicida, también conocida como comportamiento suicida o suicidalidad, es cualquier acción que rodea el suicidio. Engloba diferentes comportamientos que incluyen las etapas de las que se presupone que está formado el suicidio: pensamientos, ideaciones, amenazas, gestos e intentos; aunque, como ya hemos explicado antes, no en todos los suicidios tiene por qué haber todas las etapas.
Los pensamientos suicidas e ideaciones suicidas es una de las etapas del suicidio caracterizada por los deseos autodestructivos de un individuo. Pensamiento e ideación se consideran lo mismo, con la diferencia de que los primeros son cogniciones fugaces y breves; y las segundas son cogniciones más elaboradas de que la vida no vale la pena vivirla, incluyendo imágenes destructivas y de forma duradera para acabar con su vida dado su sufrimiento.
Hay dos vertientes: la ideación pasiva (es un deseo de morir, de no luchar para seguir con vida, pero sin un plan para de acción) y la ideación activa (es un deseo de morir y, además, tener un plan de acción). Sin duda, debemos incluir dentro de este marco las amenazas suicidas, consideradas como un tipo de ideación, pero que solo lo expresa ante su entorno cercano y sin un claro plan al respecto. O el parasuicidio que es una conducta que, a priori, parece buscar la muerte, pero realmente es una llamada de atención o una manipulación a su entorno cercano.
Los intentos suicidas, suicidio frustrado o intentos fallidos de suicidio son las conductas que no han conseguido causar la muerte por un error en la técnica a la hora de ejecutarla, o porque han sido sorprendidos por otra persona (intento de suicidio interrumpido), o porque después de tener toda la acción preparada e iniciada la conducta, se detiene antes de sufrir ningún daño (intento de suicidio abortado), pero todas estas conductas sí tenían una clara intención mortal.
Todos los indicios de suicidio hay que tenerlos en cuenta. Todos. No se debe restar importancia a un acto suicida, o llegar a pensar que la persona quiere llamar la atención; si ha habido un intento es porque necesitan expresar que no están bien, que debemos hacernos conscientes del problema y que necesitan nuestra ayuda. Como dato curioso (o aterrador, según se mire) es que, por cada persona que consigue efectuar el suicido, existen otras 20 personas que lo han intentado, pero no lo han conseguido.
No podemos terminar este artículo sin explicar que la conducta autolítica no está dentro del marco suicida porque la persona no tiene ninguna intención de morir, sino que se ha autoinfligido una herida corporal leve o moderada más dirigida hacia una liberación de emociones desagradables, es más un intento de controlar el dolor emocional a través del dolor físico.
En este punto recojo un extracto del artículo “Las Múltiples caras del suicidio en la clínica psicológica” de Enrique Echaburúa, de la Facultad de Psicología de la Universidad del País Vasco, que destaca que “los equivalentes suicidas se refieren a conductas habituales en las que una persona se expone voluntariamente de forma regular a situaciones de riesgo o peligro extremo que escapan a su control, como la conducción temeraria de vehículos o la implicación al límite en deportes de riesgo, o se involucra en conductas que deterioran gravemente su salud, recurriendo, por ejemplo, al consumo abusivo de alcohol o drogas”.
Learn MoreLa depresión, enfermedad mental que afecta a 3 millones de españoles
Cada 13 de enero se celebra el Día Mundial de Lucha contra la Depresión y he querido aprovechar que hoy 13 de enero para hablar de este trastorno que afecta a tres millones de españoles. Esto la convierte en la enfermedad mental más relevante en nuestro país.
A nivel mundial afecta a más de 300 millones de personas y está considerada como la primera causa mundial de discapacidad.
Y a pesar de la importancia de esta enfermedad, en España solo hay seis psicólogos clínicos por cada 100.000 habitantes, cifra que es tres veces inferior a la de la Unión Europea. Es por ello que las listas de espera para acceder a atención pública especializada oscilan entre uno y tres meses para la primera consulta. Y no todo el mundo se puede permitir sesiones privadas, aun así, a las consultas privadas llegan tal cantidad de pacientes que no siempre podemos atender.
¿Qué es y cómo afecta tener depresión?
La depresión es una enfermedad o trastorno emocional que afecta a todos los niveles de la vida de la persona que lo sufre. Ésta se ve inmersa en una tristeza continua, se muestra apática para realizar actividades cotidianas y diarias. También sufre cansancio continuo, trata de aislarse, tiene trastornos del sueño y del apetito, falta de concentración y puede llegar a sufrir ansiedad e incluso pensamientos extremos relacionados con la muerte.
La depresión se presenta en distintos grados, y requiere atención médica especializada para su oportuno diagnóstico y tratamiento. Además, si no se trata a tiempo y de forma adecuada puede llegar a convertirse en una enfermedad crónica y grave.
Los psicólogos venimos observando que es una de las enfermedades que más ha aumentado en los últimos años. Tanto que España se ha convertido en el cuarto país europeo con más casos de depresión diagnosticados.
¿Qué causa la depresión?
Existen múltiples causas por las que una persona puede caer en un episodio de depresión. Algunas de ellas:
- La muerte de un ser querido
- Problemas de salud
- Problemas familiares
- Dificultades financieras
- Haber sufrido eventos traumáticos
- Estar sometido a un elevado nivel de estrés
- Pasar por un cambio importante en la vida
Tipos de depresión
Existen diferentes tipos de depresión y todos ellos precisan atención especializada por parte de un profesional. Algunos de los más comunes son:
Trastorno depresivo grave: es considerado como el más severo, ya que se prolonga en el tiempo. Afecta al apetito, al sueño y a la concentración.
Trastorno depresivo persistente o distimia: es un tipo de depresión moderada que genera pérdida de interés en las actividades cotidianas, baja autoestima, inapetencia, falta de energía y de concentración.
Depresión postparto: se diagnostica en las primeras semanas tras el nacimiento del bebé y tiene como síntomas el insomnio, irritabilidad, desapego con el bebé o pérdida de apetito.
¿Por qué se celebra un día como hoy?
Con la proclamación del Día Mundial de Lucha contra la Depresión se pretende sensibilizar, orientar y prevenir a la población a nivel mundial sobre esta enfermedad, cuyas cifras aumentan de manera gradual y desproporcionada en el mundo, más si cabe a raíz de la pandemia del Covid.
Learn MoreUna de mis experiencias ante un intento suicida
Que me preocupa el tema del suicidio, eso es un hecho. Y no sé cuál será la razón, o si otros colegas míos se han visto en situaciones parecidas. Yo ya me he encontrado en varias ocasiones disuadiendo a personas de que no se quitasen la vida en ese mismo momento. Y, como curiosidad, sólo en un caso era paciente mío.
Pero hay situaciones rocambolescas donde dudas de si estás viviendo una escena de película o la realidad, y la que vivimos mi paciente (llamémosle Pepito) y yo hace poco más de un mes es una de ellas.
Me escribió Pepito por WhatsApp muy preocupado porque estaba simultáneamente al teléfono con una chica (llamémosla Juanita). Le había llamado de forma aleatoria diciéndole que había consumido pastillas. No quería ayuda, ella solo quería compañía telefónica.
Él, por sus experiencias personales y familiares, es un tema que le remueve, por lo que creía que debía hacer algo, aun a sabiendas que podría ser una broma por parte de Juanita. Pero él intuía que no, quizás el tono con el que hablaba, o la velocidad de su voz le hizo creer en ella. Así me lo trasmitió él, y yo le creí, por supuesto.
Consejos para ayudarla
Me pidió consejos para ayudarla. Teniendo en cuenta que no sabíamos nada de ella ni dónde estaba, me sentí un poco abrumada de tomar las decisiones adecuadas.
Le dejé dos tareas fundamentales: que la mantuviese en la conversación para que no perdiese el conocimiento y que intentase extraer la máxima información posible para poder llegar hasta ella.
Mientras tanto, llamé al 112. He de decir que creí que me colgaría ipso facto al explicarle el caso.
La chica que me atendió solo me hizo una pregunta: “¿Confías en tu paciente?”.
Le respondí: “Ciegamente. Nos puede estar tomando el pelo Juanita, pero no Pepito”.
Me creyó e inició el protocolo que correspondía (creo que sin saber muy bien cómo hacerlo, porque recordemos que no sabíamos nada de ella). Me pidió datos personales y credenciales como psicóloga.
Entre tanto, Pepito se iba ganando a Juanita y consiguió su ubicación. Estaba dispuesto a ir en coche a socorrerla, independientemente de que estuviesen a cientos de kilómetros de distancia.
(Yo no tenía duda de que conseguiría datos, solo hay que pasar un ratito con él para saber el potencial que tiene).
Ese dato, la ubicación, fue como oro para los Servicios de Urgencias, pasando el protocolo a la Policía Local y Guardia Civil de la localidad.
Volví a pasar por el mismo cuestionario con la policía, me comentaron que, cuanto menos, era una situación extraña. Yo volví a repetir que confiaba plenamente en mi paciente.
Mientras, Pepito seguía consiguiendo información de ella: cómo era su casa, el color de la puerta, su nombre…
Lo consiguieron. Llegó la Policía a tiempo. Efectivamente, había tomado medicamentos. Traslado al hospital, lavado de estómago y atención en psiquiatría.
No sé nada de Juanita, si está bien o si está mal; ese día se la pudo ayudar, pero no sé si lo volverá a intentar y no correrá la misma suerte.
Fue una llamada de auxilio en todo su esplendor. La gente no quiere morir, nadie quiere morir. Sólo quieren huir del sufrimiento por el que están atravesando.
Una llamada aleatoria de una persona que encuentras por Instagram para que te haga compañía sin saber que, por sus experiencias, iba a hacer todo lo posible por ayudarla es lo que salvó a Juanita.
Esta vez queda como una historia digna de contar, en muchas otras ocasiones, no. Estoy convencida de que la visibilización que está llevándose a cabo por las redes sociales empieza a surtir efecto entre la población.
Hagamos caso a cualquier llamada de atención, por favor.
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