
6 razones para acudir a terapia
Ir a terapia es mucho más que sentarse en un sillón y contar tus problemas a un profesional.
Ir a terapia es mucho más que hablar con un desconocido y desahogarse.
Dejarte ayudar por un psicólogo te aportará beneficios que quizás no sabías.
A continuación, me gustaría darte algunos motivos por los que ir a terapia puede ser la mejor de las opciones, a pesar de que dar el paso y solicitar la ayuda de un profesional, no siempre resulta tarea fácil. Es más, en la mayoría de los casos, cuando se acude al psicólogo suele ser cuando el paciente se encuentra realmente mal y ya no ve solución a sus problemas si no es con ayuda.
Y es que de la misma manera que acudimos al dentista cuando nos duele una muela o vamos al médico cuando estamos acatarrados, deberíamos acudir al psicólogo cuando tenemos un sufrimiento, un malestar que nos impide llevar una vida normal, que nos limita.

Ahora sí, paso a indicar una serie de razones que nos dan la señal de aviso de que necesitamos ponernos en las manos de un psicólogo. Esto ocurre cuando:
.- Nos enfrentamos a un cambio vital en nuestra vida, ya sea de ciudad, de trabajo, un divorcio, una maternidad o paternidad… En estos casos, acudir a terapia nos ayudará a afrontar ese cambio. También a saber cómo manejar nuestra vida a partir de ese momento, con estrategias que nos ayuden a su vez a controlar los elementos estresantes.
.- Hemos sufrido una pérdida, para que el duelo que se deriva de ella no se convierta en algo patológico. Y es que los problemas emocionales si no se tratan a tiempo pueden prolongarse y hacerse más profundos.
.- Necesitamos superar miedos o temores que nos impiden hacer y tener una vida normal, que limitan nuestras acciones y decisiones.
.- Hemos perdido la motivación por algo que antes nos hacía sentir bien, como por ejemplo, salir o estar con gente. Esto es un problema muy común, que se ha agravado especialmente a raíz de la pandemia.
.- Necesitamos aprender a gestionar nuestra conducta, nuestras emociones o nuestros pensamientos para que éstos dejen de generarnos malestar o sentimientos dañinos y negativos.
.- Necesitamos contar nuestros problemas, desahogarnos o sentirnos escuchados sin juicios de valor de por medio. Un psicólogo te escuchará pero no te juzgará, te observará pero no te examinará. También tratará de conocer tu mundo, lo que te rodea y porqué te pasa lo que te pasa, pero nunca opinará sobre tus acciones.
Estas son solo algunas razones por las que deberíamos asistir a un psicólogo, pero puede haber muchas más.
En definitiva, eres tu mismo el que debe valorar cual es su situación y tomar la mejor decisión.
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¿Sabemos qué es el suicidio?
¿Y si decimos que muchas de las personas que llevan a cabo un acto relacionado con el suicidio, realmente no quieren morir, sino, solamente, liberarse del sufrimiento por el que están pasando? ¿Y si dijéramos que en el tiempo que dura una llamada para pedir una pizza se suicidan varias personas en el mundo? Difícil de creer, ¿verdad?
¿Estamos seguros de que comprendemos qué es el suicidio exactamente? Porque debemos tener en cuenta que el lenguaje utilizado coloquialmente es muy ambiguo y lleva a equívocos… Incluso, la falta de acuerdo en la clasificación de los conceptos que rodea el suicidio es uno de los motivos que provoca la falta de investigación y su prevención. Además, de sobra es sabido que es un tema tabú en la sociedad a nivel mundial, entre otras cosas por el miedo al “efecto llamada” (de hecho, hay países donde no hay ningún registro de suicidios).
Con tantas incongruencias rodeando este tema, nos hacemos la siguiente pregunta: ¿“Ojos que no ven, corazón que no siente”? Porque, según nuestro refranero, las personas no sufren por lo que no saben…

Por tanto, ¿nuestro objetivo? Explicar la fina línea que separa un concepto del otro, porque no es lo mismo hablar de conducta suicida, intento suicida, ideación suicida, o todos los vocablos existentes que enumeraremos a continuación.
El suicidio, o lo que es lo mismo, suicidio consumado o suicidio ejecutado, es la acción que realiza una persona con pleno conocimiento y de manera intencionada para provocarse la muerte (recordemos que es un acto que se le considera evitable). Representa un tema tabú en la sociedad, no solo en España, sino a nivel mundial, a pesar de ser la primera causa de muerte no natural en nuestro país; de hecho, llega a duplicar a los fallecidos por accidente de tráfico o supone 69 veces más muertes que la violencia de género.
El suicidio es un tema complicado que debería ser abordado de forma multidisciplinar porque nos enfrentamos, no a un trastorno o enfermedad mental, sino a un fenómeno complejo que puede sufrir cualquier persona y en cualquier momento. Sí, han leído bien, en cualquier momento, el problema es que se presupone que el proceso tiene una evolución desde la ideación suicida hasta la ejecución, lo estudiamos como un proceso continuo que va avanzando desde los primeros pensamientos; pero no todos los suicidios pasan por todas las etapas, y nos encontramos con algunos en los que la ideación previa no existe, como es el caso de los suicidios impulsivos, donde el comportamiento suicida se desarrolla rápidamente y con poca premeditación.
Si esto es así, y existen estudios que demuestran que el camino recorrido de estas dos conductas es distinto y que se podrían prevenir por un adecuado seguimiento de los intentos fallidos, podríamos adelantar que debería haber dos tipos de campañas de prevención distintas: una para el suicidio como proceso continuo y otra para el suicidio impulsivo.
Normalmente, en los suicidios nos encontramos con alteraciones incapacitantes o enfermedades mentales graves que llevan a la persona a cometerlo. Pero, a veces, simplemente una persona hace balance de cómo es su vida en aspectos varios como lo económico, social, familiar, etc., y llega a la conclusión de que su vida carece de valor, no quiere luchar más, siente un hastío generalizado y no quiere vivir, es lo que conocemos como suicidio por balance.
La conducta suicida, también conocida como comportamiento suicida o suicidalidad, es cualquier acción que rodea el suicidio. Engloba diferentes comportamientos que incluyen las etapas de las que se presupone que está formado el suicidio: pensamientos, ideaciones, amenazas, gestos e intentos; aunque, como ya hemos explicado antes, no en todos los suicidios tiene por qué haber todas las etapas.
Los pensamientos suicidas e ideaciones suicidas es una de las etapas del suicidio caracterizada por los deseos autodestructivos de un individuo. Pensamiento e ideación se consideran lo mismo, con la diferencia de que los primeros son cogniciones fugaces y breves; y las segundas son cogniciones más elaboradas de que la vida no vale la pena vivirla, incluyendo imágenes destructivas y de forma duradera para acabar con su vida dado su sufrimiento.
Hay dos vertientes: la ideación pasiva (es un deseo de morir, de no luchar para seguir con vida, pero sin un plan para de acción) y la ideación activa (es un deseo de morir y, además, tener un plan de acción). Sin duda, debemos incluir dentro de este marco las amenazas suicidas, consideradas como un tipo de ideación, pero que solo lo expresa ante su entorno cercano y sin un claro plan al respecto. O el parasuicidio que es una conducta que, a priori, parece buscar la muerte, pero realmente es una llamada de atención o una manipulación a su entorno cercano.

Los intentos suicidas, suicidio frustrado o intentos fallidos de suicidio son las conductas que no han conseguido causar la muerte por un error en la técnica a la hora de ejecutarla, o porque han sido sorprendidos por otra persona (intento de suicidio interrumpido), o porque después de tener toda la acción preparada e iniciada la conducta, se detiene antes de sufrir ningún daño (intento de suicidio abortado), pero todas estas conductas sí tenían una clara intención mortal.
Todos los indicios de suicidio hay que tenerlos en cuenta. Todos. No se debe restar importancia a un acto suicida, o llegar a pensar que la persona quiere llamar la atención; si ha habido un intento es porque necesitan expresar que no están bien, que debemos hacernos conscientes del problema y que necesitan nuestra ayuda. Como dato curioso (o aterrador, según se mire) es que, por cada persona que consigue efectuar el suicido, existen otras 20 personas que lo han intentado, pero no lo han conseguido.
No podemos terminar este artículo sin explicar que la conducta autolítica no está dentro del marco suicida porque la persona no tiene ninguna intención de morir, sino que se ha autoinfligido una herida corporal leve o moderada más dirigida hacia una liberación de emociones desagradables, es más un intento de controlar el dolor emocional a través del dolor físico.
En este punto recojo un extracto del artículo “Las Múltiples caras del suicidio en la clínica psicológica” de Enrique Echaburúa, de la Facultad de Psicología de la Universidad del País Vasco, que destaca que “los equivalentes suicidas se refieren a conductas habituales en las que una persona se expone voluntariamente de forma regular a situaciones de riesgo o peligro extremo que escapan a su control, como la conducción temeraria de vehículos o la implicación al límite en deportes de riesgo, o se involucra en conductas que deterioran gravemente su salud, recurriendo, por ejemplo, al consumo abusivo de alcohol o drogas”.
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La depresión, enfermedad mental que afecta a 3 millones de españoles
Cada 13 de enero se celebra el Día Mundial de Lucha contra la Depresión y he querido aprovechar que hoy 13 de enero para hablar de este trastorno que afecta a tres millones de españoles. Esto la convierte en la enfermedad mental más relevante en nuestro país.
A nivel mundial afecta a más de 300 millones de personas y está considerada como la primera causa mundial de discapacidad.
Y a pesar de la importancia de esta enfermedad, en España solo hay seis psicólogos clínicos por cada 100.000 habitantes, cifra que es tres veces inferior a la de la Unión Europea. Es por ello que las listas de espera para acceder a atención pública especializada oscilan entre uno y tres meses para la primera consulta. Y no todo el mundo se puede permitir sesiones privadas, aun así, a las consultas privadas llegan tal cantidad de pacientes que no siempre podemos atender.
¿Qué es y cómo afecta tener depresión?
La depresión es una enfermedad o trastorno emocional que afecta a todos los niveles de la vida de la persona que lo sufre. Ésta se ve inmersa en una tristeza continua, se muestra apática para realizar actividades cotidianas y diarias. También sufre cansancio continuo, trata de aislarse, tiene trastornos del sueño y del apetito, falta de concentración y puede llegar a sufrir ansiedad e incluso pensamientos extremos relacionados con la muerte.
La depresión se presenta en distintos grados, y requiere atención médica especializada para su oportuno diagnóstico y tratamiento. Además, si no se trata a tiempo y de forma adecuada puede llegar a convertirse en una enfermedad crónica y grave.
Los psicólogos venimos observando que es una de las enfermedades que más ha aumentado en los últimos años. Tanto que España se ha convertido en el cuarto país europeo con más casos de depresión diagnosticados.

¿Qué causa la depresión?
Existen múltiples causas por las que una persona puede caer en un episodio de depresión. Algunas de ellas:
- La muerte de un ser querido
- Problemas de salud
- Problemas familiares
- Dificultades financieras
- Haber sufrido eventos traumáticos
- Estar sometido a un elevado nivel de estrés
- Pasar por un cambio importante en la vida
Tipos de depresión
Existen diferentes tipos de depresión y todos ellos precisan atención especializada por parte de un profesional. Algunos de los más comunes son:
Trastorno depresivo grave: es considerado como el más severo, ya que se prolonga en el tiempo. Afecta al apetito, al sueño y a la concentración.
Trastorno depresivo persistente o distimia: es un tipo de depresión moderada que genera pérdida de interés en las actividades cotidianas, baja autoestima, inapetencia, falta de energía y de concentración.
Depresión postparto: se diagnostica en las primeras semanas tras el nacimiento del bebé y tiene como síntomas el insomnio, irritabilidad, desapego con el bebé o pérdida de apetito.
¿Por qué se celebra un día como hoy?
Con la proclamación del Día Mundial de Lucha contra la Depresión se pretende sensibilizar, orientar y prevenir a la población a nivel mundial sobre esta enfermedad, cuyas cifras aumentan de manera gradual y desproporcionada en el mundo, más si cabe a raíz de la pandemia del Covid.
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Ataque de pánico: origen, síntomas y terapia
¿Te ha ocurrido alguna vez que, sin existir un peligro real, sientes un miedo intenso, el corazón se te acelera, comienzas a sudar, te sientes paralizado, te cuesta respirar, e incluso piensas que te está dando un ataque al corazón?
Si ha sido así, has estado ante un ataque de pánico. Y si te ocurre de manera frecuente tienes lo que en psicología denominamos ‘trastorno de pánico’. Este tipo de ataques no ponen en riesgo la vida de las personas que los sufren, pero sí es cierto que pueden hacer que su calidad de vida se vea mermada. Por ello lo mejor es pedir ayuda a un profesional de la psicología.
¿Qué síntomas tiene el trastorno de pánico?
Las personas que sufren este trastorno sienten un miedo atroz, tienen la sensación de que algo malo va a pasar, a ellos o a un ser querido, y su preocupación es muy intensa; sienten que no tienen el control y que nada pueden hacer.
Esto les provoca una serie de síntomas físicos, entre los que pueden estar:
- Taquicardias
- Temblores
- Sudores
- Escalofríos
- Dificultad para respirar
- Dolor de pecho y / o de cabeza
- Nauseas,
- Debilidad
- Mareo
¿Cuánto dura?
Cualquiera puede sufrir un ataque de pánico en cualquier momento y lugar, como puede ser en el trabajo, conduciendo, paseando o incluso durmiendo. Su frecuencia puede ir desde varias veces al día o contadas en un año. Su punto máximo puede durar entre 10 y 20 minutos, aunque lo síntomas pueden perdurar, de forma más leve, hasta una hora. Pasado ese tiempo la persona que lo sufre puede llegar a sentirse exhausta, como si le hubiera pasado un camión por encima.

¿Cuáles son sus causas?
Hay investigadores que apuntan que el trastorno de pánico puede ser hereditario, pero lo cierto es que no saben con seguridad porqué unos miembros de la familia lo sufren y otros no.
Así que, entre sus causas podría estar el alto nivel de estrés, o vivencias como la muerte o una enfermedad grave de un ser querido; un suceso traumático, como un accidente o una agresión; cambios importantes en la vida de las personas…
¿Cómo tratarlo?
Lo primero que habría que hacer sería consultar a un médico y que acreditara que esos síntomas que producen el ataque de pánico son producto del mismo y no de cualquier otra enfermedad.
Una vez confirmado, lo segundo acudir a psicoterapia con un profesional de la salud mental.
Los psicólogos tratamos este tipo de trastornos con la terapia cognitivo-conductual, que ayuda a modificar los pensamientos, sentimientos y comportamientos negativos.
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Una de mis experiencias ante un intento suicida
Que me preocupa el tema del suicidio, eso es un hecho. Y no sé cuál será la razón, o si otros colegas míos se han visto en situaciones parecidas. Yo ya me he encontrado en varias ocasiones disuadiendo a personas de que no se quitasen la vida en ese mismo momento. Y, como curiosidad, sólo en un caso era paciente mío.
Pero hay situaciones rocambolescas donde dudas de si estás viviendo una escena de película o la realidad, y la que vivimos mi paciente (llamémosle Pepito) y yo hace poco más de un mes es una de ellas.
Me escribió Pepito por WhatsApp muy preocupado porque estaba simultáneamente al teléfono con una chica (llamémosla Juanita). Le había llamado de forma aleatoria diciéndole que había consumido pastillas. No quería ayuda, ella solo quería compañía telefónica.
Él, por sus experiencias personales y familiares, es un tema que le remueve, por lo que creía que debía hacer algo, aun a sabiendas que podría ser una broma por parte de Juanita. Pero él intuía que no, quizás el tono con el que hablaba, o la velocidad de su voz le hizo creer en ella. Así me lo trasmitió él, y yo le creí, por supuesto.
Consejos para ayudarla
Me pidió consejos para ayudarla. Teniendo en cuenta que no sabíamos nada de ella ni dónde estaba, me sentí un poco abrumada de tomar las decisiones adecuadas.
Le dejé dos tareas fundamentales: que la mantuviese en la conversación para que no perdiese el conocimiento y que intentase extraer la máxima información posible para poder llegar hasta ella.
Mientras tanto, llamé al 112. He de decir que creí que me colgaría ipso facto al explicarle el caso.
La chica que me atendió solo me hizo una pregunta: “¿Confías en tu paciente?”.
Le respondí: “Ciegamente. Nos puede estar tomando el pelo Juanita, pero no Pepito”.
Me creyó e inició el protocolo que correspondía (creo que sin saber muy bien cómo hacerlo, porque recordemos que no sabíamos nada de ella). Me pidió datos personales y credenciales como psicóloga.
Entre tanto, Pepito se iba ganando a Juanita y consiguió su ubicación. Estaba dispuesto a ir en coche a socorrerla, independientemente de que estuviesen a cientos de kilómetros de distancia.
(Yo no tenía duda de que conseguiría datos, solo hay que pasar un ratito con él para saber el potencial que tiene).
Ese dato, la ubicación, fue como oro para los Servicios de Urgencias, pasando el protocolo a la Policía Local y Guardia Civil de la localidad.

Volví a pasar por el mismo cuestionario con la policía, me comentaron que, cuanto menos, era una situación extraña. Yo volví a repetir que confiaba plenamente en mi paciente.
Mientras, Pepito seguía consiguiendo información de ella: cómo era su casa, el color de la puerta, su nombre…
Lo consiguieron. Llegó la Policía a tiempo. Efectivamente, había tomado medicamentos. Traslado al hospital, lavado de estómago y atención en psiquiatría.
No sé nada de Juanita, si está bien o si está mal; ese día se la pudo ayudar, pero no sé si lo volverá a intentar y no correrá la misma suerte.
Fue una llamada de auxilio en todo su esplendor. La gente no quiere morir, nadie quiere morir. Sólo quieren huir del sufrimiento por el que están atravesando.
Una llamada aleatoria de una persona que encuentras por Instagram para que te haga compañía sin saber que, por sus experiencias, iba a hacer todo lo posible por ayudarla es lo que salvó a Juanita.
Esta vez queda como una historia digna de contar, en muchas otras ocasiones, no. Estoy convencida de que la visibilización que está llevándose a cabo por las redes sociales empieza a surtir efecto entre la población.
Hagamos caso a cualquier llamada de atención, por favor.
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Los trastornos psicológicos más comunes
¿Sabías que más de un 25% de los españoles ha sufrido, sufre o sufrirá un trastorno psicológico? La crisis sanitaria provocada por el Covid-19 o la crisis económica son algunos motivos que están contribuyendo a que este porcentaje vaya a más. Y cada vez hay más gente que necesita ayuda profesional.
Pero antes de nada ¿Qué es un trastorno psicológico?
En este punto hemos de decir que no es fácil determinar qué es un trastorno psicológico. El Manual de Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-V), señala que el término “trastorno mental” no puede ser determinado de una manera operativa para que pueda abarcar todas las posibles situaciones.
Pero para hacer que se entienda mejor, podemos decir que un trastorno mental o psicológico es una disfunción psicológica asociada con sentimientos de angustia, deterioro y reacciones que no se esperan según el contexto cultural. A ello hemos de añadir que un trastorno de este tipo puede manifestarse de innumerables formas, dependiendo de la persona que lo padezca.

Los más habituales en consulta
Son muchos los trastornos mentales o psicológicos que pueden sufrir las personas y que en Psicología MAVI tratamos en nuestra consulta. A continuación, repasaremos los más comunes.
Depresión: se trata de un trastorno mental caracterizado, principalmente, por un bajo estado de ánimo y sentimientos de tristeza constante, asociados a alteraciones del comportamiento y una pérdida de interés en realizar diferentes actividades.
Ansiedad: sentimiento de miedo, temor o inquietud que puede generar tensión en el cuerpo e incluso palpitaciones. Tener estos síntomas, de forma muy ocasional, podríamos considerarlo dentro de lo normal. Lo que no sería lógico es que éstos perduraran en el tiempo e interfirieran en nuestra vida diaria. De esto ya hemos hablado en profundidad en nuestro blog. Podéis leerlo pinchando aquí.
Trastornos de la conducta alimentaria: en este punto hablamos de hábitos alimenticios anormales que afectan negativamente a la salud física y mental de la persona que los padece. Los más comunes son:
Anorexia: tiene como síntoma más característico la distorsión de la imagen corporal. Las personas que lo sufren restringen la ingesta de comida, apenas comen, y lo poco que ingieren les provoca un intenso sentimiento de malestar. Además, realizar ejercicio físico excesivo.
Bulimia: las personas que lo sufren suelen ingerir alimentos de forma masiva y luego eliminar esas calorías a través de la inducción del vómito o el consumo de laxantes. Tras ello, se sienten tristes, de mal humor y pueden tener sentimientos de autocompasión. Es uno de los trastornos más comunes y está asociado a alteraciones en el cerebro.

Trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH): tiene como síntomas principales la falta de atención, hiperactividad y comportamiento impulsivos. Y aunque los síntomas suelen aparecer en edades tempranas, suelen mejorar con el paso de los años. Afecta, principalmente, a niños y adolescentes.
Trastorno de la personalidad: en la persona que lo sufre genera malestar o dificultades en sus relaciones y en su entorno. Este tipo de trastorno suele tener su inicio en la adolescencia o al principio de la vida adulta.
Trastorno de pánico: es uno de los más habituales. Quienes lo sufren experimentan de manera súbita y repetitiva ataques de miedo intenso y malestar que alcanzan su pico en pocos minutos. Además, experimentan síntomas físicos como dolor en el pecho, palpitaciones o incluso dificultad para respirar.
Estos trastornos son solo un ejemplo de los muchos que hay. Si sientes alguno de ellos, en Psicología MAVI estaremos encantados de ayudarte.
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¿Por qué debe existir un vínculo entre paciente y psicólogo?
Para que una terapia tenga éxito uno de los imprescindibles es que exista una relación de confianza y seguridad entre el paciente y el profesional que le acompaña. Entre ambos, deben de crear un lugar totalmente seguro. El paciente ha de encontrarse lo suficientemente cómodo como para abrirse a su terapeuta. Y éste encontrar el camino para ayudarle a modular conductas, poner nombre a lo que vive, siente, a procesar y resolver las problemáticas que le están afectando.
Esto es lo que se denomina vínculo terapéutico y, como veremos a continuación, debe ser el objetivo inicial de cualquier proceso.
¿Cómo se establece este vínculo?
Antes de todo, debemos indicar que la conexión debería darse de manera inmediata. Esto es que, tanto paciente como terapeuta deberían sentirse cómodos el uno con el otro a la hora de hablar y escucharse. Y si no se da inmediatamente, esto sería como mucho en dos o tres sesiones, de lo contrario, el paciente debería buscar ayuda en otro profesional.
Bien es cierto que todo psicólogo, para poder establecer la alianza terapéutica, ha de mostrar empatía, profesionalidad, disponibilidad y poner a disposición de su paciente todas sus herramientas como especialista. Así, conseguirá despertar en él una sensación de confianza y credibilidad. En este caso, la empatía, la calidez, el respeto y aceptación positiva e incondicional, sin juicios ni sentencias, resultará fundamental.
Llegados a este punto, si el paciente se siente cómodo, seguro, respetado y, sobre todo, no juzgado, abriendo sus sentimientos y pensamientos ante el profesional que tiene delante, el vínculo se habrá establecido.
Si, por el contrario, esto no se consigue en las dos o tres primeras sesiones, tampoco hay que forzarlo y mucho menos culparse por ello. Como en la vida, hay personas que, sin saber por qué, razón conectan y sienten feeling entre ellas, y otras que no lo llegan a hacer, y no hay que buscar explicación. En este caso, habrá que buscar otro profesional con el que sí establezcamos esa necesaria conexión.

Razones por las que se necesita establecer un vínculo terapéutico
Aquí vamos a enumerar una serie de razones por las que el vínculo terapéutico es necesario para un buen tratamiento:
1.- Facilita que el paciente se exprese abiertamente. Cuando hay vínculo terapéutico el paciente se abre hacia el terapeuta sin ningún tipo de tapujos. Esto para el profesional es fundamental porque así podrá entender el problema que afecta y proporcionarle toda la ayuda que necesita.
2.- El paciente siente el compromiso del terapeuta hacia sus problemas. A su vez, favorecerá su compromiso con la terapia y con las pautas que le da el profesional para poner solución a sus afecciones.
3.- Ayuda a completar el proceso de la psicoterapia. También a alcanzar las metas establecidas en las diferentes sesiones, a aprender rápidamente sobre que funciona y lo que no.
4.- Esta conexión también refuerza el conocimiento del propio paciente. Éste será capaz de aprender sobre él mismo y sus sentimientos durante las sesiones con el psicólogo.
Como conclusión, podríamos decir que la base para comenzar y finalizar un buen trabajo de terapia es que haya un buen vínculo terapéutico entre paciente y psicólogo. Sin ello, el trabajo no dará sus frutos y el resultado no será el esperado. Por eso, el éxito de un proceso de psicoterapia está en el vínculo que se crea entre paciente y profesional.
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¿Qué es Tricotilomanía?
¿Conoces el trastorno de tricotilomanía (TTM)?
Es un trastorno poco conocido, a pesar de que se estima que lo sufren más del 3% de las mujeres, o más del 1% de los hombres. Y esto es debido a que las personas con TTM prefieren mantenerlo en secreto, a pesar de que las consecuencias son visibles. Por lo tanto, muchas personas con tricotilomanía se sienten solas ante su hábito y les es difícil encontrar apoyo para intentar abandonar ese impulso.
Arrancarse el pelo
Las personas con el Trastorno de Tricotilomanía (TTM) se arrancan compulsivamente el pelo de cualquier parte del cuerpo, siendo la cabeza la zona preferida; algunos tienen alopecia total o les faltan las pestañas o las cejas y otros, simplemente, muestran un descenso del volumen de su pelo. Incluso, podemos encontrar pacientes que arrancan el pelo a animales.
Según el DSM-V, el Trastorno de Tricotilomanía o de arrancarse el pelo es un trastorno registrado dentro de los Trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) y otras enfermedades relacionadas, más concretamente, clasificado como trastorno de control de impulsos.
Suele iniciarse en la infancia y, aunque puede corregirse sin ninguna intervención según se va madurando, si se prolonga en el tiempo, debemos tomar medidas para revertir el hábito.
Se puede manifestar de dos maneras: de forma automática, sin ser consciente de estarlo haciendo, mientras la atención se tiene en otras actividades como estudiar o ver la tele; o de forma consciente, donde la persona sí sabe que lo está haciendo, pero no lo puede evitar, sintiendo el impulso de hacerlo y consiguiendo disminuir esa tensión al arrancarlo.
Tricotilomanía causas
El motivo que los lleva a realizar el acto es que al arrancárselo sienten cómo liberan la tensión acumulada, lo que provoca un reforzamiento en el hábito y lo convierten en repetitivo; sienten un alivio del estrés momentáneo, aunque más tarde derive en otro tipo de daño. Pero a su vez sienten vergüenza por no ser capaces de controlar su conducta e intentan ocultar las calvas que tienen de distintas formas. Además, ese sentimiento de estar haciendo algo mal, les suele llevar a no arrancarse el pelo delante de nadie, a no ser que se trate de su familia o círculo cercano.
Normalmente, el acto de arrancarse el pelo suele ir acompañado de rituales:
- Tragarse el pelo arrancado.
- Formas ritualizadas de arrancarse el pelo como, por ejemplo, enrollándolo entre los dedos o pasarlo entre el dedo y la uña.
- Morder las puntas del cabello.
- Jugar con el pelo tras arrancarlo.
Aunque los efectos secundarios de este acto son en su mayoría a nivel estético, también pueden darse complicaciones fisiológicas como infecciones en la piel u obstrucciones gástricas, si además se tragan el pelo (tricofagia).
Tricotilomanía tratamiento
Existen distintos tipos de técnicas psicológicas para poder hacer frente a esta problemática.
El tratamiento de primera elección es la Terapia de reversión o inversión del hábito, donde aprender a reconocer cuáles son los momentos en los que se arrancan el pelo y a cambiarlos por otras conductas incompatibles.
La Terapia de aceptación y compromiso, la cual ayudará al paciente a aceptar esos impulsos que siente de arrancarse el pelo
Dentro de la Terapia Breve Estratégica existen prescripciones compatibles con los rituales que se dan en este tipo de trastorno respecto al acto de arrancarse el pelo.
La Terapia cognitiva, que hará identificar y examinar creencias erróneas que se puedan tener
En casos muy graves, además, puede ser necesario el tratamiento farmacológico con estabilizadores del estado de ánimo o antidepresivos, pero siempre deben estar sujetos a supervisión médica.
BIBLIOGRAFÍA
-Cañola, O. R. H., & Osorio, H. D. L. (2018). Psicología basada en la evidencia y trastorno de tricotilomanía: Un análisis de caso. Revista de Casos Clínicos en Salud Mental, 6(1), 1-26.
-Amador, B. M. Introducción en castellano sobre la Tricotilomanía y su relación con ACT. -American Psychiatric Association (2013). Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders: DSM-5. Washington, DC: American Psychiatric Association, p. 251.
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Efectos psicológicos de la pandemia
La población mundial nunca hubiésemos imaginado que estar separados fuese a unirnos tanto en la distancia, o que tan solo deberíamos quedarnos en casa para salvar nuestra vida y evitar la propagación de una epidemia mortal.
Aislamiento social
Este es el breve resumen de lo que se nos ha pedido a los ciudadanos para controlar la pandemia, pero…
- ¿solicitarnos que nos aíslemos, a un ser social como somos los seres humanos, realmente ha sido pedirnos algo sencillo?
- ¿la humanidad estaba preparada para un aislamiento tan abrupto e inesperado?
- ¿los profesionales estaban preparados para trabajar con esa presión laboral?
- ¿y preparados para impedirles realizar su trabajo en pro de un bienestar social aun con las pérdidas económicas que a ellos les suponía?
Consecuencias del estrés y depresión
Si sabemos que el estrés puede estar relacionado con las ideaciones suicidas; la elevada ansiedad está estrechamente relacionada con pensamientos suicidas; o que la depresión, en los casos más graves, puede abocar al suicidio; y, además, sabemos que en las pandemias coexisten estas distintas conductas desadaptativas, ¿por qué no se está llevando a cabo una lucha real desde los organismos oficiales para evitar el actual riesgo elevado de suicidio?
El suicidio, el cual es considerado un acto evitable, representa un tema tabú en nuestra sociedad a nivel mundial. De hecho, existen países donde no hay ningún tipo de registro de muertes por suicidio.
Hablamos de un tema que se sabe que es la primera causa no natural de muerte en nuestro país, sin embargo, no se hace nada productivo desde las competencias gubernamentales para atajar el problema, a pesar del ahorro económico que supondría al Estado una intervención de manera preventiva.

Politicas de prevención salud mental
Si se ha comprobado cómo distintos factores influyen en el riesgo de suicidio, debería entender, como algo ineludiblemente prioritario, las políticas de prevención por parte de los gobernantes de los países, y más, sabiendo que la detección precoz de las conductas de riesgo suicida puede contribuir a la prevención eficaz de este problema. Por lo tanto, cuesta creer que no existan campañas de prevención estatales de sensibilización y prevención del suicidio, pudiendo conseguir así una gran mejoría social.
Atención y ayuda psicológica
Hay que tener en cuenta que es positivo hablar del suicidio y las ideas que lo rodean, exteriorizar esos pensamientos, pedir ayuda antes de que sea demasiado tarde. Debemos acabar con la idea implantada en la sociedad de que hablar del suicidio generaría un hipotético efecto llamada, porque una persona que pueda estar considerando suicidarse como única salida a su situación, puede descubrir que existen otras alternativas.
Si tenemos en cuenta que nadie pone en duda las huellas psicológicas que esta epidemia va a dejar en la mayoría de la población, que ya se ha generado un gran incremento de los problemas de salud mental, y que la asistencia psicológica y psiquiátrica pública es muy limitada, no debemos sorprendernos cuando las tasas de suicidios se hayan disparado en el año 2020.
Una mención especial nos gustaría hacer a nuestros sanitarios en primera línea de los hospitales. Se ha comprobado el grave empeoramiento de salud que están sufriendo en este último año, tanto físico como psicológico. Debemos cuidar su salud correctamente para que ellos se encuentren en las circunstancias óptimas de cuidarnos en una crisis sanitaria como está generando esta pandemia.
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