A mis hijos mayores
No nos vamos a engañar, la adolescencia es una etapa muy complicada. Tanto es así que hay muchos padres que temen que llegue ese momento por el duelo de personalidades que se da en los hijos.
Hijos que nos han admirado como padres, para quienes hemos sido su guía, su referente. Pero, de repente, llega la pubertad y su personalidad empieza a definirse, comienzan a decir que no a muchas cosas. Quieren ser personas independientes, con sus propios valores, que pueden coincidir con los nuestros, o no.
Es un momento de lucha de titanes y hasta que padres e hijos nos acoplamos se pasa por momentos muy difíciles y complicados (e incluso diría que entretenidos). Hay días que nos odiamos, días que nos amamos y días en los que piensas ‘esto va a poder conmigo, no puedo soportarlo más’.
Pero, de repente, la situación cambia, hay un clic y en el caso de mis dos hijos mayores se convierten en mis amigos, mis aliados, y yo para ellos. Nos reclamamos, nos ayudamos y nos preocupamos mutuamente los unos por lo otros. Pasamos a ser un tú a tú, y dentro de la jerarquía que existe entre padres e hijos, ya se tiene en cuenta su opinión. Y aunque antes también se tuviera en cuenta, ahora es distinto, su opinión viene desde la madurez que ya tienen.
Cuando tienes a un joven en casa, que te pone ante situaciones que no ves o que no te habías planteado y que te abre los ojos, la relación pasa a ser de adulto a adulto, ya no se basa en imponer.
Porque, aunque creyésemos que trabajamos desde la democracia en nuestra casa, en realidad hay una dictadura. Es decir, se come a la hora que yo digo y se duchan a la hora que yo quiero. Los padres somos los que ponemos las normas, por mucha democracia que creamos que hay.
Sin embargo, llega la adolescencia a decirte que no, que ellos también pueden tomar sus propias decisiones en ciertos aspectos. Y tienen razón, ¿por qué tiene que ser siempre lo que dicen los padres?
Y hasta que consigues adaptarte y aceptarlo, se viven muchas discusiones y enfrentamientos.
Momento de crecimiento
Considero que la adolescencia no es tan mala. Es un momento de crecimiento para los hijos, pero sobre todo para los padres, que pasamos de tener niños que han acatado las normas que hay en casa, a tener adultos que toman sus propias decisiones.
Se trata de un duelo que debemos pasar, tenemos que despedirnos de esos niños obedientes que teníamos. Aceptar que se han convertido en adultos libres, que a veces harán lo que queramos, pero otras veces no, y tenemos que saber gestionar esa frustración.
A mi me ha llegado el maravilloso momento de tener dos hijos adultos que hacen que me dé cuenta de lo que he tenido que crecer con ellos a lo largo de la vida y de lo que he tenido que ir aceptando.
Por todo ello, y visto a posteriori, la adolescencia es una etapa maravillosa a la que no hay que tener miedo. Va a ser un momento de crecimiento para ambas partes, llevado y gestionado siempre adecuadamente.
¡Bendita adolescencia en la que me encanta ver que mis hijos han conseguido ser grandes personas con grandes valores!
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