Y en el trabajo, cómo quieres sentirte, ¿útil o imprescindible?
Trabajador útil. Trabajador imprescindible
Si consideramos, según la RAE, a un trabajador útil como “persona que produce provecho o que puede servir” y a un trabajador imprescindible como “persona de la que no se puede prescindir”, ¿tendríamos claro a qué grupo de los dos querríamos pertenecer?
Ya nos anunció Karl Marx en el S.XIX que “el trabajo dignifica al hombre”, y esto es debido a múltiples factores, entre ellos encontramos que el hecho de trabajar es una condición exclusiva del ser humano, dado que ningún otro ser vivo lo hace.
Persona y trabajo
El acto de trabajar lo podemos vivir de tantas maneras diferentes como trabajadores existen y, teniendo en cuenta que no se puede ser imprescindible en su totalidad, sí es verdad que hay trabajadores decididos a rozar esa condición. Para ellos, el triunfo viene dado cuando su empresa no ve un futuro óptimo sin sus servicios, y hacen todo lo que está en sus manos para que sean reconocidos de esa manera. Este estilo de trabajo suele conllevar aspectos positivos muy llamativos como son una alta remuneración económica; la confianza depositada en el trabajador por parte de sus superiores; el reconocimiento social que se recibe, ya que se suele considerar una cualidad; o el aumento del autoconcepto y la autoestima del propio trabajador.
Sin embargo, los trabajadores que optan por este camino suelen olvidar los aspectos negativos que puede acarrearles mantener esta situación. De manera continuada, se le va a exigir elevados resultados y en el momento que pueda fallar mínimamente será más visible que el error de otro trabajador; además, van a convivir con un elevado grado de presión y estrés, pudiendo causarles problemas sociales, familiares e, incluso, laborales.
En el otro extremo, están los trabajadores que han decidido, por distintas opciones, no ser esclavos del trabajo: no vivir para trabajar, sino trabajar para poder vivir; personas que valoran su vida fuera del trabajo y no se mueven solo por los beneficios materiales que les aporta el trabajo; tener acceso a una posibilidad real de conciliación familiar y laboral.
Evidentemente, estos empleados también se enfrentan a los aspectos negativos de esa decisión, como suelen ser las remuneraciones económicas más bajas; ser objeto de opiniones extendidas como una persona vaga, perezosa o sin metas; incluso, pueden generar una lucha interna por la educación recibida basada en el trabajo, compromiso y esfuerzo y sus deseos por vivir disfrutando la vida más allá del trabajo.
¿Por qué trabajamos?
Pero si pensamos fríamente en por qué trabajamos, ¿no es por el dinero en la mayoría de ocasiones?, ¿seguiríamos realizando nuestro trabajo si no nos pagasen por ello?, ¿estamos viviendo en el camino adecuado si nuestra felicidad las basamos en atribuciones externas o en recompensas tangibles?
Hace un tiempo, una persona que vino a pedir ayuda por su hastío generalizado me dijo que no aguantaba más en el trabajo, que no podía con todo y mi pregunta fue: “¿y por qué tendrías que poder con todo?…” Dura reflexión a la que se enfrentó, a veces, abrir los ojos es un acto heroico difícil de conseguir.
Breve reflexión la que se genera en esta entrada al Blog sobre cómo se puede enfocar la vida laboral, sopesando escuetamente los pros y contras de estos dos tipos de empleados.
Si tras estas líneas, hay una meditación respecto al estilo laboral que se está llevando a cabo, felicidades, se habrá iniciado el sorprendente mundo del autoconocimiento.
BIBLIOGRAFÍA
Garrido Piosa, María. (2014). Adicción al trabajo: características, detección y prevención desde una perspectiva integral.
Enfermería Global, 13(33), 362-369. Recuperado en 25 de mayo de 2021, de Enfermería Global.
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